jueves, 30 de octubre de 2008

Quiz Show

Escribí, al presentar a Stanwyck y su blog, que procuraría no imitarlo mucho. Pues lo del concursito de adivinar canciones por la letra ha hecho que me corroa la envidia, así que lo voy a copiar con absoluto descaro. Bueno, para no admitir que copio diré, en plan friki de Internet, que voy a continuar su “meme”. Y sirve de regalo de Halloween.

Diez canciones (más una de regalo… ¿te suena lo de la pregunta extra, Stanwyck?). Escribo sus primeras líneas. La solución, el fin de semana. En general es facilito, creo. A ver quién acierta más.

1.- “After one whole quart of brandy, like a daisy I’m awake…”

2.- “This ain't no disco. It ain’t no country club either. This is L.A….”

3.- “No podré volverte a ver nunca más, sabes que lo siento de verdad..:”

4.- “One night in a disco on the outskirts of Frisco, I was cruising with my favourite gang…”

5.- “I still remember the piano, playing the same old melody..:”

6.- “I get out of bed at half past ten, phone up a friend who’s a party animal..:”

7.- “Early morning, mid-July, anticipation is making me high..:”

8.- “I had this perfect dream. Un sueño me envolvió. This dream was me and you. Tal vez estás aquí…”.

9.- “Eres fuego de amor, luz del sol, volcán y tierra…”

10.- “I was feeling done in, couldn’t win. I’d only ever kissed before..:”

Y la undécima, de regalo, no creo que nadie la acierte, así que no cuenta para el premio.

11.- “I dreamt last night I was the tear from your face that fell upon the page you wrote me yesterday telling me goodbye”.

lunes, 27 de octubre de 2008

Mitos Eróticos. Morgan Fairchild


Tengo que hacer una confesión. No es bueno dejar que las cosas se queden en el armario, hay que salir de él. Por eso, aquí, ante mis queridos lectores, voy a confesar mi secreto más íntimo.

Tengo tendencias heterosexuales.

Es algo que sé desde pequeñito y aunque he luchado contra ellas denodadamente, siempre ha sido en vano. Y es que no lo puedo evitar. Cuando veo algunos especimenes femeninos se me despierta la libido y me pongo muy burro. Desde mi más tierna edad, consciente de la perversión que me invadía y que amenazaba con arruinar mi vida y la de aquéllos que me rodean y me quieren, quise que mi familia me enviase a un centro de reeducación sexual para frenar esas tendencias tan nefastas, tan condenables, tan feas. Pero no hubo manera, no se daban cuenta de nada y me dejaron crecer tan normal. Para añadir leña al fuego, y al igual que a nuestro ex presidente del gobierno, a mí me gusta la mujer-mujer. Nada de marimachos en pantalones. Eso se lo dejo a otros. A mí lo que me va es el tacón, la laca de pelo y de uñas, las sesiones de peluquería interminables, la ropa bien ceñida marcando curvas, los escotes de vértigo, el estampado de leopardo. El modelo putón, vamos. Sin ánimo de ofender.

Morgan Fairchild, reina de la televisión basura (la de verdad, no ese sucedáneo que nos dan ahora) era dueña de mis sueños post-adolescentes más húmedos e inconfesables. Barbie hecha carne y hueso, famosilla de medio pelo que nunca hizo nada de relieve pero era conocida de todos, se adelantó dos décadas a la tendencia estética actual, marcada sin duda por años de brega de drag queens y transexuales, de una feminidad exagerada, recauchutada, sin complejos. La Fairchild intervino, ente otras joyas de los años 80, en "Dallas" y en "Falcon Crest" como artista invitada y protagonizó dos series olvidadas… por algunos. “Flamingo Road” elevó temperaturas con escenas tórridas. Y “Paper Dolls”, monumento camp y, como Morgan, adelantada a su tiempo, nos dejó unos crédito de apertura inolvidables. Ambas series duraron poco en pantalla, una temporada escasa. Como diría la propia Morgan, las palomitas gustan a todo el mundo, pero el caviar sólo a unos cuantos.



Quien no vea los paralelismos con "Melrose Place" (Racine, el personaje de la Fairchild, es la precursora de Amanda, interpretada por otra de mis musas mujer, Heather Locklear, también superviviente de los grandes culebrones de los 80, que participó en "Dinastía") es que no ha visto mucha televisión. "Sex and the City" no habría existido sin estas Muñecas de Papel. Ojo al reparto, entre ellos: Lloyd Bridges, ya jurásico, haciendo jogging metiendo la tripa; Dack Rambo, chulazo de impresión que desgraciadamente murió no mucho después de sida; Mimi Rogers, la primera señora de Cruise, gran bellezón a pesar de su mandíbula de bulímica; Nicolette Sheridan (sí, Edie Britt en “Desperate Housewives”, 25 años y mucha cirugía antes) en su primer papel. La trama importa poco: básicamente folleteo, abuso de poder, de sustancias y aprovechamiento de menores sin escrúpulos en el mundo de la moda. Todo muy inocente.

La Fairchild tiene en su haber varios momentos televisivos inolvidables: fue la novia de Sandra Bernhard en una par de episodios de “Roseanne”, formando la perfecta pareja butch-femme; y fue la madre de Chandler Bing en “Friends”, algo que en sí no tendría tanta relevancia si no fuese porque el padre del bobo de Chandler era Kathleen Turner. Gran momento camp (lo siento, me repito) de una serie algo tonta. Ya más en serio, a Morgan Fairchild le honra haber sido una de las primeras personalidades de Hollywood que se tomó en serio la lucha contra el sida, cuando la enfermedad aún no tenía nombre. Ella misma cuenta que empezó a ver morir a su alrededor a amigos suyos, hombres jóvenes y saludables que sólo tenían en común que eran homosexuales. Y supo que ahí había algo raro, que tenía que ayudar y se puso manos a la hora. Hoy sigue en ello.

Me encanta la foto que he colgado de Morgan Fairchild al principio de este post. Lo digo en serio, me sigue resultando muy atractiva. Si uno va a su página web puede comprobar lo bien que se ha conservado, es realmente impresionante. Claro, que es la ventaja de haber sido de plástico desde el principio. De plástico pero con un corazón (y unas tetas) de oro.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Prueba fehaciente



Esta foto es prueba fehaciente de que los hombres estamos más guapos con barba. Y eso que los rubios, en general, no sé, no sé.

sábado, 18 de octubre de 2008

Mitos eróticos. Barbudos y melenudos

Así es como mi abuela se refería a un tipo de hombre que abundaba a mediados de los años 70 y que a mí, en plena preadolescencia, me provocaba serios picorcillos.

Nunca me he podido resistir a una buena barba, y sigo pensando que los hombres estamos mucho más guapos con ella. Larga o corta, da igual el tipo, lo importante es que esté cuidada. Pero no demasiado.


Nunca comprenderé el motivo que llevó a Cat Stevens a dejar de escribir y cantar maravillas como "Morning has broken", convertirse al Islam y dejar de ser guapo. Aunque por algún motivo en casa se escuchaba sobre todo música americana, Cat Stevens era la excepción británica y yo deseaba tener ese pelo y esa barba y cantar con su misma voz, tan agónica y triste. Mis hermanos tenían sus discos y yo me quedé prendado primero de las fotos y después de la música.


Algo parecido me pasó con otros cantantes, como Murray Head, el Judas original de Jesus Christ Superstar en el West End. La banda sonora del montaje londinense de la obra fue por cierto el primer álbum que me compré con mi dinero, el mismo día que adquirí "I love to love" de Tina Charles. Yo no sé cómo nadie se daba cuenta de lo mío a tan tierna edad. A lo mejor era yo el que no me daba cuenta de que se daban cuenta. En fin. A mí me obsesionaba su canción "Say it ain't so", que salía en una película que el propio Murray Head interpretó con Marisol y me aterraba y fascinaba su voz temblorosa y su cara de susto. Tiene en su haber acostarse tanto con Glenda Jackson como con Peter Finch en la película "Sunday bloody Sunday", una de las primeras en abordar sin tapujos temática homosexual. Es una pena que sea recordado por "One night in Bangkok". Que no está mal, pero para entonces se había cortado el pelo.


Aunque me doy cuenta de que parte de mis lectores son poco aficionados al deporte, me temo que tengo deportistas en mi lista. Detesto el fútbol, aunque no tanto el deporte en sí, que puede ser entretenido, como por lo que significa cultural (ejem) y socialmente. Pero nos deja buenos ejemplares con los muslos al aire. Y no estoy pensando sólo en Iker Casillas, que también (pero que en esta entrada no tiene cabida). George Best es un icono de estilo de los 70. El pelo, la barba, la camiseta por fuera, el alcohol, la violencia, el talento, los ojos. Cuando vivía en Londres lo vi una vez, bebiendo chardonnay a las 10 de la mañana en un pub de la zona de Hamemrsmith, con la piel amarilla y los ojos muertos. Le quedaba un par de años de vida.


Otro deportista, ni melenudo, ni barbudo sino bigotón, que tenía en forma de poster residencia en la pared de mi cuarto: Mark Spitz había asombrado al mundo con sus siete medallas en Munich. Este año se le ha recordado mucho, por la hazaña de otro nadador, mucho más feo, en otros juegos olímpicos. Yo al bueno de Mark lo tenía colgado, en el esplendor de sus Speedo con barras y estrellas y sus siete medallas al cuello, junto a la foto de los murales abstractos que hizo Fernad Léger para la sala de la Asamblea General de Naciones Unidas. Me gustaba la ONU en vez de jugar con Barbies o el Madelman. Qué rarito he sido siempre.


A Michael Sarrazin apenas se le recuerda, pero la película "Danzad, danzad malditos" ("They shoot horses, don't they" en original) de Sydney Pollack, sobre la gran depresión (sí, la misma que se nos avecina de nuevo) me impactó muchísimo. El bueno de Michael, muy alto y de físico desgarbado, y que ha envejecido fatal, hacía pareja de Jane Fonda en un maratón de baile. En la vida real lucía bigote y look espléndido, copiado hasta la saciedad por Tom Ford desde mediados de los 90, como se ve en esta foto.


Quizá el barbudo qué más picores me provocó, en parte porque reparé en él algo más mayor, fue Kris Kristofferson. Aviso a navegantes: no, repito NO me gusta la música country (salvo que se considere a kd Lang una cantante country, claro). Tampoco soy fan de Barbra Streisand, pero "A star is born" siempre me ha puesto muy nervioso -en el buen sentido, se entiende. Y recuerdo haber ido a ver "Convoy", en que KK hacía pareja con Ali McGraw, unas siete veces. Esa estética "biker", que Cher explota a la perfección en su vídeo "Hell on wheels", me atraía entonces muchísimo, y ahora me hace gracia. Pero Kris K, de nombre tan redundante y ojillos muy juntos, sigue estando de muy buen ver con todos su años a cuestas.

Con grandes excepciones, eran barbudos extranjeros los que me gustaban. Las barbas invadían España cuando desaparecían en Estados Unidos y Gran Bretaña, con la cortina de humo y al ritmo de los 120 bps de la música disco, a la que yo me apuntaba rápido, o la esquizofrenia punk que nunca fue de mi gusto. A la mayoría de los barbudos locales siempre los veía con un barniz progre y sobre todo trasnochado que no era de mi gusto. Me va más el cashmere que la pana, lo siento no puedo remediarlo. Hay algún barbudo patrio que sí me gusta mucho, pero ya de otra época. A alguno de ellos dedicaré quizá una entrada posterior. Tengo sin embargo un recuerdo muy concreto y a la vez muy vago de los años 70 que quizá algún lector me ayude a reconstruir. No hay nada en Internet, al menos que haya podido encontrar. Se trata de una anuncio de vaqueros Grins, marca desaparecida, en el que se veía un grupo de rock de corte hippy-melenudo tocando en plena calle de modo espontáneo, adelantándose a Astrud. Ante la mirada atónita y el gesto de censura de viandantes mayores cantaban una canción que me sé de memoria, letra y música, que dice así:

"No me gusta señora que me digan lo que debo hacer
Esto está bien, esto está mal
Hace ya tiempo que decidí dejarles de escuchar
Visto como quiero, Grins, Grins, Grins."

Yo me quedaba extasiado mirando la pantalla. ¿Soy el único que se acuerda?

p.s. he escrito esta entrada en el nuevo Mac de mi chico. Me encanta el teclado, odio el ratón, babeo con la pantalla gigante y brillante, me tengo que hacer con el sistema operativo.

viernes, 17 de octubre de 2008

"Very Gotham!"



Ésas fueron las palabras que le dijo una mujer americana al señor con el que estaba.

Di mucha lata en este blog a lo largo del verano sobre los vaivenes de mi vida profesional y he optado, para no ser pesado, por no contar nada desde la vuelta al cole. Y es que el principal cambio que se ha operado en mi vida es que ahora voy andando al trabajo. Antes tenía ante mí una hora de metro de ida y otra de vuelta. Ahora tengo un paseo de 15 minutos. A menudo voy a comer a casa. Calidad de vida.

Como vivo y trabajo en el centro de Madrid, mi paseo consiste en atravesar calles y sobre todo plazas, los espacios urbanos más importantes, donde todos nos cruzamos; calles y plazas con historia y con vida propia. El paseo matinal es de lo más estimulante: reconozco que siempre me ha gustado ver despertarse a las ciudades. He visto estos días en la Plaza Mayor, junto a la cola habitual de la Junta Municipal de Distrito y los turistas asiáticos madrugadores, a un judío ortodoxo rezando con su manto para la plegaria y sus versículos de la Torah en ese extraño tintero que se colocan en la frente (y cuyo nombre debería saberme). He visto multitud de personas sin techo, y cada vez parece haber más, durmiendo a la intemperie, en la calle de la Bolsa (desde donde hay una vista fabulosa, en el cañón que forma la calle de la Paz, del Edificio de Telefónica, que a primera ahora tiene aún encendido el reloj de neón rojo de la torre); veo a diario a dos ancianas mendigando, una de ellas, en la Plaza del Ángel con su abrigo acolchado y su buen corte de pelo, que ya me saluda aunque no le dé nada; he visto grupos de hombres (no debería dar el calificativo, pero eran latinoamericanos) empezando a emborracharse a las 8 y media de la mañana y tirados por el suelo, en estado semicomatoso, unas horas más tarde ; he visto a muchos jóvenes con pupilas dilatadas apurando lo que para ellos aún es noche en búsqueda de los after hours más canallas. Veo a diario a las putas de la calle de la Cruz y la Plaza de Benavente, empezando la brega desde bien temprano y continuando hasta la noche. Veo asombrado el continuo montado y desmontado de tenderetes de porte diverso, en la Plaza de Santa Ana, para jornadas gastronómicas o mercadillos de artesanía, con el Teatro Español de testigo; y veo con espanto como ya se han colocado en la Plaza Mayor y en Sol los soportes para las decoraciones navideñas. El año pasado escribí un post que llamé “Navidad en Octubre”, me remito a él.

Es posible que a alguien esto que escribo le parezca un retrato sórdido de la ciudad. Nada más lejos de mi intención. Madrid es una ciudad de contrastes, como todas las grandes ciudades, plagada de grandezas y miserias en igual medida, donde hay hueco para un señor de pinta aburrida como yo y para jóvenes hartos de pastillas y de tedio vital o señoras que hacen cola en la iglesia de San Pedro el viejo o de Santa Cruz para poner una vela tempranera en algún altar milagroso.

Hay otra plaza, cercana a mi lugar de trabajo y por lo tanto de destino, que siempre me ha resultado algo extraña. La plaza de Canalejas tiene unos edificios grandiosos, antiguas sedes de bancos, y alberga una tienda maravillosa: La Violeta, donde sólo se venden caramelos de dicho sabor (y color). Pero al mismo tiempo, es casi como un cruce de autopistas, con un tráfico endemoniado de coches, taxis y autobuses urbanos y un ruido ensordecedor a cualquier hora. Desde Canalejas hice (con el móvil) la foto que he colgado y que retrata los que siempre he considerado los dos edificios más neoyorquinos de Madrid, que están en la esquina de Alcalá con Peligros. Con cuarenta plantas más podrían estar en Mannhatan, o mejor dicho en Gotham, como dijo la elegante turista americana al fijarse en ellos. Aunque dudo que en Nueva York encajase la cúpula que se ve a la derecha, la de la iglesia de las Calatravas. Lo que sí encaja, en Nueva York, Madrid o Hong Kong es el contraste de edificios fabulosos y vagabundos con sus perros fieles a las puertas de las iglesias, tiendas de lujo y bares de barra de aluminio, mercadillos de baraterías a la puerta de hoteles de cinco estrellas y mendigas que (pedirán pero no perderán su dignidad) van regularmente a la peluquería. En una palabra: vida urbana. Tan diversa como lo somos nosotros.

sábado, 11 de octubre de 2008

Mitos Eróticos. Mats Wilander



Con la excepción de Cyd Charisse, Mats Wilander tiene las piernas más bonitas que este mundo haya visto.

Me gusta el deporte. No me paso el día ni mucho menos pegado a la pantalla de televisión viendo programas deportivos, pero hay ciertas cosas que me gustan mucho. Los saltos de trampolín sincronizados, el salto con pértiga, el baloncesto (deporte que yo practicaba el el colegio y la universidad, y era bastante bueno), las grandes finales de tenis. Y si a mi gusto por las finales de tenis se le añade mi obsesión por todo lo sueco, la ecuación tiene por resultado Borg, Edberg y Wilander. Edberg, como que no. Borg, como que tampoco. Pero hete aquí que viendo una final de Roland Garros en algún momento de los años 80 descubrí las piernas de Mats. Las piernas y la extremidad superior de las mismas cuando se le juntan con el torso, no sé si me explico.

Tengo que reconocer que más que gustarme, yo lo que quería es ser Mats Wilander. Lo he escrito bien. No quería ser como Mats Wilander, sino ser él. Vamos a ver, en mi mundo ideal, yo sería sueco, muy alto y muy delgado y tendría mucho pelo rubio, rizado y largo. Barbita rubia de tipo, pues eso, sueco. Ojos claros, un punto hippy. Sólo un punto. Pero no. Tenía que nacer castellano. Con algo de mezcla, pero mesetario puro. Así que me tengo que conformar con admirar a distancia todo lo sueco, empezando por las piernas de Mats Wilander.

Mucha fantasía me monté en mi cabecita con Wilander a lo largo de los años 80, cuando ganó no sé cuantos torneos del Grand Slam y era lo más del mundo tenístico. Aunque me di cuenta poco a poco de que no era tan rubio. Ni tan alto (más o menos como yo... y yo no me tengo por mi ideal de altura). Siempre le quedaban las piernas. Y que es sueco, claro. Pero empezó a no bastarme, y ello coincidió con su decadencia deportiva. Es una pena, cuando eres joven los mitos deportivos parecen eternos, al hacerte mayor te das cuanta de lo rápido que caen y se van sucediendo unos a otros.

De momento, no he visto ningún otro que tenga unas piernas, o un culo, como Mats. Pero todo es cuestión de seguir esperando, que prisa no tengo. Bueno sí, tengo prisa de que vuelva la moda de los pantalones de deporte cortos y algo ceñidos. No puedo con los de corte pirata. Es como las chanclas. Me supera.

miércoles, 8 de octubre de 2008

El blog de Stanwyck

Stanwyck, lectora de este blog y uno de mis mejores amigos, ha empezado un blog, que se llama "He visto más de lo que recuerdo". Pongo un enlace aunque ya lo he incluido en mi lista de favoritos.

Recomiendo fervientemente su lectura y no ya sólo porque sea amigo mío (la verdad es que me sabe a poco definirlo como amigo, es mucho más que eso pero no sabría describirlo con palabras) sino porque desde su primera entrada ya promete, y mucho. Yo me dediqué en primer post a balbucear y listar lo que me gusta y lo que no, como hacemos casi todos. Él, ni más ni menos, escribe sobre el momento en que nació su conciencia. Y encima nos regala una canción de Nino Bravo.

Stanwyck y yo compartimos muchas cosas pero en realidad somos muy distintos. A los dos nos gustan los hombres, pero de tipos casi diametralmente opuestos. Fuimos juntos al gimnasio de cincuentones del que ya he escrito durante un par de años, pero mientras él es atlético yo voy arrastrando lorza. Los dos somos nómadas, pero yo huyo y él busca. He conocido pocas personas con una vida tan rica, tan envidiable (que ya va asomando en el blog), con tanto corazón y tanta generosidad.

En una palabra, que hay que leer su blog, de intrigante nombre, y alentarle a que no lo deje. Yo intentaré copiarle lo menos posible, pero me va a resultar difícil.

lunes, 6 de octubre de 2008

Disfraz emocional

Llevo bastante tiempo recopilando material sobre principios de los 80, en mi búsqueda de los motivos de mi rechazo por una época que es, en realidad, la mía, pero que hoy me repele y fascina en igual medida.

Rebuscando entre mis innumerables discos de vinilo apareció el otro día Peter Godwin, artista británico de onda tecno-pop hoy completamente olvidado, que en 1982 interpretaba "Emotional Disguise", una canción que me volvía loco y que me sigue gustando mucho. Estoy seguro de que también le gusta al Sr. Polo. Era el tipo de música que yo quería hacer con mi grupo (mezclándolo con algo de bossa nova), pero mis compañeros de músicas no estaban tan dispuestos a la aventura músico-moderna como yo. Y no teníamos pelas para un secuenciador, que era mi sueño.


Peter Godwin componía e interpretaba sus temas y también producía a otros artistas. Hay que reconcerle el mérito de no haber optado por las modas extremas de la época (aunque el zapato gris de paseo por la playa le delata), pero la estética del vídeo sí es de los primeros 80 en estado puro: localización exótica, chica mona suficientemente étnica con peinado imposible, mucho labio rojo.

Pero rebuscando rebuscando rebuscando por YouTube encontré no sólo la versión maxisingle, que es la que yo tengo en vinilo, sino también esta joya que dejo aquí, firmada por Maryta Capote. Querido lector, yo te pido que le des al "play" y escuches mientras sigues leyendo. Lamentablemente no hay imágenes, sólo música...

Maryta Capote es una actriz venezolana de buenos muslos, raza y culebrón, que apareció en "Cristal", hermana de la mucho más famosa, al parecer, Tatiana Capote, también actriz de culebrón y también asidua de Cristal. Sorprende que Maryta hiciese una versión de esta canción, un tanto oscura, de Peter Godwin, y que la convirtiese (de nuevo, al parecer) en un gran éxito en Venezuela. Yo sólo pido un favor: hay que llegar al final de la grabación para escuchar la "voz lírica" de Maryta, algo así como los gorgoritos insufribles de Mariah Carey pero en exagerado. A mí me da miedo, esa voz no es de este mundo. Sr. Coxis, no creo equivocarme si afirmo que esta joya de la hermandad latinoamericana tendría un hueco en el sin par cancionero coxiniano. Ustedes juzgarán.

Por cierto, el enlace lo he conseguido a través de una página de gran interés y merecedora de al menos una visita: Iconeando. A disfrutar.

sábado, 4 de octubre de 2008

Mitos Eróticos. Karina.


Karina fue la primera.

Y el primer amor nunca se olvida.

Buscando fotos y vídeos en internet me ha sorprendido ver que, en contra de lo que yo recordaba, Karina tuvo sus mayores éxitos en los años 60 y su carrera estelar acabó con ese segundo puesto en Eurovisión en 1971. Iba a haber colgado algún vídeo de "En un mundo nuevo" que en el fondo es mi favorita de todas sus canciones (y Fangoria la ha versioneado al estilo PSB, deberían haber mantenido los arreglos orquestales), pero he preferido éste, en blanco y negro, donde se puede apreciar mejor la melena rubia y espesa, sus ojos claros, que me encandilaban, sus dientes perfectos y los pómulos desafiando la gravedad. Y además, por supuesto, su voz, su acento andaluz tan suave y su imagen, moderna e inocente a la vez. Modosa y viciosa. Ése es un patrón que se repetirá a menudo en mis mitos eróticos femeninos.

Lo que no puedo creer es que yo tuviese esa fijación con Karina con menos de 5 años. No tengo demasiados recuerdos de mi primera infancia, pero uno de los más claros e inolvidables es el "comediscos". Para los lectores más jóvenes, y aunque he puesto un enlace, contaré que el comediscos era un tocadiscos portátil a pilas, con altavoz integrado, que te colgabas del hombro y llevabas por donde quisieras, poniendo sólo "singles" que se introducían por una ranura. Era el colmo de la modernidad pop. A mí me echaban de todas partes porque iba con mi comediscos (rojo, por supuesto) a tope por doquier, poniendo sobre todo canciones de Karina. Tenía todos sus discos y los perdí cuando dejé que mi hermana se los prestase, hará ahora 20 años, a su amiga Isabel para una fiesta retro. No los volví a ver. En esa fiesta también perdí el primer EP de Alaska y los Pegamoides (sí, el del diorama con dinosaurios y barbies hecho por Costus) y el LP de Almodóvar y MacNamara. Sólo hay un idiota mayor que el presta un disco (o un libro): el que devuelve un disco (o un libro) que le han prestado.

Karina, que sobrevivió a un cáncer, se casó con varios hombres, al menos dos de ellos notorios homosexuales. Imagino que, como Judy Garland, debió sufrir lo suyo. Es curioso cómo muchas mujeres no son capaces de darse cuenta de que sus maridos son maricas. Aunque quizá sí se dan cuenta pero se dejan llevar por sus sentimientos sin pensar en posibles consecuencias. Es algo que todos hemos hecho. Han pasado muchos años, 40, desde el vídeo que he colgado, pero Karina aún sigue haciendo galas cantando sus canciones antiguas, su baúl de los recuerdos, y aún conserva sus ojos claros y, sobre todo, su voz, que no parece verse afectada por la edad.

Suena injusto, y probablemente lo sea, pero se me rompió aquel amor tan intenso como asexual cuando quedó segunda en Eurovisión. Ya lo he escrito aquí: lo que pude llorar aquella noche. Fue casi como una traición que no le perdoné. Qué bobo.

Bueno vale, cuelgo "En un mundo nuevo" en versión en inglés. Toma ya.