Para hablar o escribir sobre los años 80, tengo que abrir mi corasón.
Mi gran ídolo musical de los 80 es Jermaine Stewart. La primera vez que vi un video suyo me quedé absolutamente pasmado. La coreografía, los cambios de vestuario y, sobre todo, el pelo, largo y liso, como ningún otro hombre negro lo había lucido hasta entonces. Mili Vanili vendrían algunos años más tarde. La música no me impresionó demasiado, todo tengo que decirlo, pero cambié de opinión tanto por la atracción irresistible que sentí hacia su imagen como al ir descubriendo sus letras, banales y fabulosas en igual medida. "No me hables sucio, ten algo más de clase" decía en 1988 en la canción del clip que he colgado, "Don't talk dirty to me", escrita y producida por André Cymone, de la factoría de Minneapolis creada por Prince. No es en realidad un clip sino una actuación para un programa de la televisión alemana. El bailecito que se marcan es bestial, o al menos a mí me lo parece. Esa misma canción interpretaba en un episodio de Miami Vice, vestido con chaps de cuero blanco con flecos largos a los costados. Inenarrable. Irrepetible.
Jermaine es considerado hoy como un "one hit wonder". Empezó su carrera haciendo coros para otros artistas como Culture Club (en "Miss me Blind" se oye perfectamente su voz aguda y nasal) o el grupo post-disco Shalamar cuya cantante principal era Jody Watley, íntima amiga suya. Tras un primer disco de mediano éxito, consiguió un número uno en Estados Unidos en 1986 con "We don't have to take our clothes off", cuyo vídeo se puede ver haciendo click aquí. Es una canción muy pegadiza y algo insustancial, con un estribillo bastante cargante, sobre el amor en los tiempos del sida. Pero el vídeo es una maravilla. A fijarse en los cambios de vestuario, ni Diana Ross se atrevería a tanto, y en la coreografía. Sobran los toques más ochenteros, como la sobreimpresión de la chica y su liguero, pero bueno. Lo dirigió David Fincher, que bastantes años más tarde haría las películas "Seven", "Fight Club" o la estupenda "Zodiac" del año pasado. Nivel.
En su siguiente album, "Say it again", se rodeó de los mejores productores del momento, como el citado André Cymone, y pudo mantener cierto nivel de éxito, que sin embargo se fue desvaneciendo en el siguiente, y último disco suyo publicado, "What becomes a legend most?" que contenía una joya camp absoluta llamada "Holes in my jeans" y que es una oda a los vaqueros agujereados, una de las modas más abyectas que ha existdo y, por lo tanto, condenada a reaparecer regularmente. El álbum también contenía una canción escalofriante llamda "When sex becomes a religion", sobre el sida. Grabó un album más, "Set me free", que no llegó a ser publicado, y su familia ha lanzado recientemente un recopilatorio con éxitos y canciones inéditas, alguna realmente espléndida. En una ironía sumamente cruel, Jermaine murió de sida, en 1997.
Existe un club de fans de Jermaine Stewart, al que pertenezco y del que formamos parte unas 40 personas, aunque sólo un puñado de ellos (su hermano, alguno de los músicos que lo acompañaban) lo mantienen vivo, porque el caso es que aunque más de un millón de personas haya visto el clip de "We don't have to" en YouTube, nadie recuerda al artista. En dicho club de fans no se puede ni mencionar la causa de la muerte de Jermaine, el hecho de que fuese (digamos con cierta probabilidad) homosexual o, por encima de todo, los rumores que a finales de los 80 y primeros 90 lo relacionaban -sexualmente, quiero decir- con personalidades (masculinas) de mucha relevancia de Hollywood y del mundo del deporte de élite. Si alguien del círculo íntimo del club de fans llegase a leer esto y descubriesen que lo he escrito yo, me expulsarían del mismo. Es extraña tanta precaución, a estas alturas, pero supongo que habrá que respetarlo.
A pesar de que los años 80 son recordados en gran medida como la década de Michael Jackson, la verdad es que los artistas de color no lo tenían especialmente fácil en en mundo de las discográficas o en MTV. Salvo el propio Jackson, otros intérpretes negros de onda pop con toque disco o R&B lo tenían muy difícil para que sus vídeos fuesen programados con asiduidad y en horarios de gran audiencia, algo que Prince siempre denunció. Jermaine tenía un espectáculo en directo muy impresionante, con un plantel de músicos de primer nivel y sus dos fidelísimos bailarines, que salen en los dos clips que he colgado. El chico, llamado André, murió, también de sida, pocos días antes que Jermaine. La cantidad de talento que se ha llevado el sida por delante. Y la cantidad de vida. Asusta ver la ligereza con la que tantos se lo toman en la actualidad.
Pasé mi 30 cumpleaños en Nueva York, donde me encontraba por trabajo. Año 1994. El día en que cumplo años se celebra anualmente en Greenwich Village un curioso carnaval nocturno, algo parecido al orgullo pero todo mezclado con brujas y calabazas. Allí estaba yo, tan entusiasmado como extrañamente acompañado de mi hermano. Y fue mi hermano quien en un determinado momento, señalando a un hombre negro imponente y de pelo largo, me dijo "¿no es ése Jermaine Stewart?". No sabría decir si era Jermaine o no, porque no me atreví a acercarme y preguntar. Por lo general no me gusta ver de cerca a mis ídolos, entre otras cosas porque siempre decepcionan, pero en el caso de Jermaine sí me habría gustado conocerlo, en parte porque ahora sé que no le quedaba mucha vida pero sobre todo porque al parecer era una persona extraordinaria y, a pesar de ser una diva de cuidado, sumamente cariñoso con sus fans. El decía de sí mismo que era un "frantic romantic", título de su álbum de más éxito y de su mejor canción. Me consuelo pensando que prefiero quedarme con la duda a haberme equivocado de persona. O quizá no me habría equivocado y ahora estaría contando otra cosa, o quizá habría ligado, con él o con otro, que nunca se sabe.