lunes, 29 de junio de 2009

Mendicidades

Ya lo he dejado escrito en este blog: cada vez hay más mendigos y vagabundos por el centro de Madrid, algo que quienes, como yo, vamos andando a trabajar cruzando calles y plazas céntricas, podemos comprobar a diario. Siempre he pensado que la línea que separa una vida cómoda y confortable de la indigencia es muy fina y se puede quebrar con gran facilidad. Una decisión equivocada, una adicción incontrolada, un giro vital inesperado. Bien sea por elección o por azar, la línea del bienestar se puede cruzar con una facilidad pasmosa. Aterradora, diría yo.

Quizá suene frívolo, pero con tanto paseo por el centro uno acaba tomándoles cariño a algunos mendigos y vagabundos y de lo que quiero hablar ahora es de mis favoritos, que los tengo. No está entre ellos el señor, un tanto enajenado, que se puso el otro día a seguirme por la calle insultándome y llamándome yuppy, echándome la culpa de la crisis económica. Tampoco están en mi lista de favoritos, por lo general, los que piden a la entrada o salida de misa, aunque el guapo magrebí que hace guardia los viernes a la puerta de la iglesia de Santa Cruz y me saluda cuando paso por delante podría estarlo sin dificultad, siempre que hiciese guardia en una garita menos santa.

Hay una señora mayor, dolorosamente delgada, apostada contra una pared todas las mañanas en la plaza de Benavente. A veces la veo llegar a su puesto de trabajo (porque pedir es un trabajo) y en su camino departe con alegría con las putas que ya bregan por la plaza. Su delgadez es realmente espeluznante, como también lo es su falta de dientes. Pero siempre va arreglada, lleva un abrigo acolchado largo en invierno y unas deportivas rosas (yo creo que de Barbie pero me da vergüenza fijarme) muy graciosas en verano. Es de las pocas a quienes doy dinero con regularidad. Me acerco, le pongo un euro en la mano y le doy los buenos días. No puedo nunca dejar de imaginar su historia, una vida de escaleras fregadas, o de prostitución callejera, o de ama de casa ejemplar, o de funcionaria a quien la pensión no le da para vivir.

Este último es precisamente el caso de una viejecita galdosiana e intemporal que hace guardia, sentada en una silla plegable que lleva consigo a todas partes, en una esquina cercana a la Plaza Mayor. Siempre va de negro riguroso, con pañuelo también negro atado a la cabeza. Lleva gafas de culo de vaso, un ojo tapado y el otro con una catarata tremenda. Casi más que una limosna lo que quiere es que le dediques un rato y hables con ella. le he dado conversación muchas mañanas, aunque dudo que me reconozca. Me cuenta que la pensión que recibe apenas cubre su alquiler, que si no pidiese no podría comer, que tiene un hijo -que deduzco es presa de alguna adicción- que no sólo no le da nada sino que le quita lo poco que tiene (“pero al fin y al cabo es mi hijo”, me dice), que algunos canallas le roban sus dineros y sus medicinas (que siempre lleva a cuestas) cuando nadie mira, que ya no le dejan sentarse a pedir en portales o delante de bares o tiendas, que pasa muchísimo frío, incluso en verano. A veces desaparece unas semanas y siempre me temo lo peor, pero luego vuelve otro día, tan dicharachera, aunque tenga heridas en el rostro por las que ni me atrevo a preguntar. Porque el espíritu vital no lo ha perdido. Hace ahora dos meses que no la veo, que no está en su puesto. Sé de sobra que en algún momento desaparecerá del todo, y éste podría ser ese momento.

En Tirso de Molina hay un chico joven, al menos relativamente joven, probablemente extranjero (rubio, alto y muy delgado, yo lo imagino inglés) que tiene montado su tenderete junto a sus dos perrillos, muy feúchos pero muy graciosos, que se pasan el día dormidos uno encima del otro, en invierno al sol (o bajo un mini-edredón monísimo) y en verano a la sombra. El chico está algo enajenado, es evidente. No hace mucho, salvo coser y entrenar a los perros. A veces tiene una guitarra y toca. Habla permanentemente consigo mismo y con los perros, que lo adoran. Una cafetería cercana le deja entrar a lavarse y los perros hacen guardia, en plan feroz, ante el tenderete durante su ausencia. También desaparecen los tres de vez en cuando, y siempre vuelven a aparecer al cabo de unos días. Poca gente cuida a sus perros como los indigentes, que los tratan como los compañeros de vida que son, no como adminículos de lujo, sistemas de seguridad o como niños tontos.

No puedo decir que sea uno de mis indigentes favoritos, porque está realmente enajenado y da un poco de miedo, pero el residente de la calle los Madrazo, con su tienda de campaña casera, sus decoraciones callejeras (utiliza todo lo que encuentra para adornar los metros de calle en torno a su tenderete, como si fuese un camino de distinción hacia su morada) es digno de admiración. El tipo está totalmente pirado: tiene una taza de váter plantada en medio de la acera (espero que no lo use…), le habla o grita, según le dé, a todo el que pase por delante. Sorprende lo bien que se expresa, con muchísima corrección, una dicción y un acento impecables, un léxico rico. Da mucha pena su mirada perdida, la impresión que da es la de ser un hombre con educación que ha perdido la cabeza.

Otro hombre con educación hace guardia a la puerta de la iglesia de San José. Ya sé, he dicho que no me gustan los que piden a la puerta de las iglesias, pero es que éste se pasa el día leyendo. Le gusta la ciencia ficción, le he visto inmerso en volúmenes gruesos de Asimov y Arthur C Clarke. Debe ser de mi edad, lleva una mochila y coloca una escudilla y un cartel que dice “vivo en la calle, una ayuda por favor”. Le pregunté un día qué leía, me dijo que cualquier cosa que hubiese, lo primero que encontrase en la biblioteca por la mañana, le gusta todo. No pareció muy contento con mis intentos de entablar conversación (yo es que puedo ser muy pesado) y volvió a su libro. Tomar libros prestados de bibliotecas públicas es gratis, una de las pocas cosas gratis que hay. Reconozco que es algo que me reconforta, y mucho. Si algún día cruzo la raya de la indigencia podré seguir leyendo.

Podría escribir sobre la mujer de acento argentino y edad mediana, cuya falta de dientes denota alguna adicción, pasada o presente, grave, que lee, cose (como el chico de los perros) y pide de vez en cuando alguna moneda en la plaza de la cebada, o del hombre calvo que duerme acurrucado en la plaza de Santa Ana y que cada día tiene a su lado un par de zapatos diferente. Me quedo, y cierro esta entrada, con algo que vi hace poco en un tren de cercanías. Vino una chica muy joven y muy guapa y nos tocó “green sleeves” (que definió como una romanza de Enrique VIII) con su flauta. Detesto la flauta, pero tocaba muy bien, hacía unos trémolos preciosos. Se llevó un buen pellizco de mi vagón, y merecidamente hay que decirlo, además de tocar bien era muy simpática. Minutos más tarde llegó un hombre bastante mayor y soltó ese discurso tan terrible: “estoy en paro, vivo en la calle, no tengo para vivir, soy un hombre honrado, no quiero robar” que todos hemos oído alguna vez y ante el que todos miramos para otro lado o subimos el volumen del iPod. Nadie le dio nada. Se acercaba mi estación y me acerqué a la puerta del vagón. Ahí estaba el hombre, esperando también a salir. Se nos juntó la chica de la flauta, le saludó y le preguntó: “¿Te estás buscando la vida?”. El hombre asintió y ella le dijo: “Si quieres seguimos hasta Atocha y nos repartimos lo que saquemos”. Salimos los tres del vagón en Recoletos, vi que ellos se fueron juntos hacia el siguiente. Ella sabía perfectamente que a él nadie le daba nada. Casi me emociono. Sigue habiendo bondad en este mundo.

(Todos los mendigos o vagabundos que he descrito son verdaderos, pero he cambiado a propósito su ubicación).

sábado, 27 de junio de 2009

Despedidas

Halle Berry contaba que de pequeña antes de irse a dormir rezaba y pedía a dios ser blanca al levantarse. Algo así le debió pasar a otros. Yo nunca he rezado, pero siempre quise ser negro para poder dejarme el pelo afro y bailar como Michael. Alaska decía que quería ser chico para poder ser maricón. Siempre queremos lo que no tenemos.

Así se hace una estrella:



Así crece una estrella:



Suya es la canción más perfecta de todas las canciones pop perfectas, con la que cerraré la serie de posts al respecto, cuando llegue el momento (he estado tentado de hacerlo hoy, pero no, cada cosa a su tiempo). Para quienes creen que estaba acabado desde Thriller, dejo aquí "You rock my world", uno de sus últimos sencillos y una canción extraordinaria (con vídeo-peliculita insufrible). Lo que va de ABC a You Rock my World os lo conocéis de sobra.



Por cierto, una de las primeras películas que hizo Farrah (pensadlo bien, hay pocas mujeres famosas a quienes se les conoce sólo por su nombre de pila, ella era una) fue "Myra Breckinridge". Os dejo aquí su escena lesbiana con Raquel Welch. Vaya cutis trenían las dos.



Bueno, venga, vale, os dejo la secuencia de títulos de la primera temporada de la serie. Martes y 13, cuando eran tres, hicieron un spoof fabuloso que no he vuelto a ver. Y, por cierto, my chico, tan butch y tan macho él, tiene de tono de llamada en el móvil la sintonía de las Angels. A ver quién es la loca aquí. Claro que es sólo para cuando le llamo yo, porque para los demás tiene la música del Exorcista. ¿Is he trying to tell me something? ¿A que no acertáis qué tono tengo yo? Oye, este tema de los tonos de móvil me da para una entrada...

miércoles, 24 de junio de 2009

¿Olvidadas? Gianina Facio

Cuando empecé a escribir este blog, estaba fascinado por otro, Memorias a 45, que en algún momento dije que es el que me gustaría escribir. Dicho blog, que es maravilloso aunque va a fuego lento, tiene una sección de “Olvidados” en el que hace repaso a cantantes de los que (casi) nadie se acuerda, o a cantantes famosos que intentaron un camino previo hacia la fama, intento hoy olvidado. Todo esto viene a cuenta porque hoy inicio sección de ¿Olvidadas?, así, entre puntos de interrogación, porque aunque hoy se hable poco de las mujeres que por aquí desfilarán, son pocos quienes las han olvidado. Soy plenamente consciente de que han pasado por otras categorías de entradas de este blog mujeres que podrían estar en esta lista que hoy empieza, como Morgan Fairchild, Charlene Tiltón o Rachel Ticotín, pero ya sabéis que mis categorías y secciones son caprichosas e intercambiables, como yo. Habrá mucho lo peor de todo por aquí, y bastante “guilty pleasure”. Batiburrillo, como dice Stanwyck.

Gianina Facio (¿hay algún lector que no la recuerde?, me costaría creerlo) era una tía buena que tuvo un momento de gloria mediática a mediados de los años 80. Un fotógrafo le hizo unas fotos (muy acaramelada) con Philippe Junot, a la sazón marido de Carolina de Mónaco. Melena rizada y muy abundante, piernas larguísimas embutidas en unos vaqueros pitillo, botas con flecos. Carolina tardó muy poco tiempo en pedir el divorcio de Junot. No recuerdo si aún vivía su odiosa madre. Ah, ¿no lo he contado aún? Siempre odié a Grace Kelly. Y también al payaso Fofó.


Pero dejo mis odios inveterados e inexplicables y vuelvo a lo que iba. La Facio es de origen incierto, se decía entonces que era portorriqueña e hija de un embajador (mentira, Puerto Rico no es un estado, no tiene embajadores), también que tenía orígenes italianos, brasileños, nicaragüenses, de palacagüina o de Miami. ¿No os suena a cierta modelo-cantante que se pasó a todo el que pudo por la piedra y acabó de primera dama de un país vecino? Pues eso. Pero la Facio tenía cuerpo. Menudo cuerpazo se gastaba la tía, quizá el mejor de los años 80. Eso son pitones (Qué guarro soy, coño; y sí, también se le ve algo el parrús).


Al poco de la aventura con Junot y de las primeras fotos “picantes”, se lió con Julio Iglesias, recién divorciado de la Preysler y en su momento musical más dulce, el de la niña-mujer o el tropezón en la piedra. Qué hombre tan insufrible. Y tan feo, qué le verían. Para mí ese romance es el gran borrón en la carrera de la Facio que, como no había tanta telebasura como entonces, se vio obligada la pobre a trabajar y buscar fortuna en el cine. Dejo para más adelante lo que fue su obra magna y me centro ahora en unas imágenes de “Detective extra-large”. No, no es un porno (yo también lo pensé al leer el título) sino una peli, otra más, de Bud Spencer. Aquí la Facio luce palmito y se beneficia al guapo de Philip Michael Thomas, el compañero de Don Johnson en Miami Vice. No quiero ponerme pesado, pero fijaos (fijarsen) en el cuerpo de Gianina, es de escándalo. Los vestiditos ajustados con hombreras son, por cierto, muy otoño-invierno 2009.



Pero la historia de Gianina Facio no termina en los 80 y en unos romances con famosos varios, qué va. Como dirían Almodóvar, Macnamara y Theodore, un disco grabó y nadie lo compró. Estamos en los primeros 90, arrasa el sonido Ibiza-acid-petardo con piano machacón a lo Locomía y Gianina se apunta al carro y nos regala este “One Two Three Four” absolutamente horripilante. Principio suavecito y empieza la pachanga. Tampoco está tan mal, la verdad. Seguro que algún ex DJ que me lee lo ha pinchado alguna vez. ¿Alguien recuerda esta chungo-joya del trash más oscuro? Por cierto, este vídeo sólo ha sido objeto de dos comentarios por usuarios de YouTube y uno de ellos dice simplemente “GAY”. Qué cosas.



La buena (buenorra) de Gianina desapareció del mapa como llegó, aunque siguió haciendo pinitos cinematográficos. Con el cambio de siglo apareció en… ¡sorpresa! “Gladiator”, interpretando a la bella y sacrificada (literalmente) esposa del macizo (sólo, repito, sólo en esa película) Russell Crowe. Qué divina y sílfide estaba.



También sale, guapísima, en “Kingdom of heaven”, película tan olvidada como ella.



Y, este mismo año, en “Body of lies”, haciendo de nuevo de mujer del Russell, esta vez gordísimo. Pero, una pregunta, ¿Qué tienen en común estas tres películas? Está muy claro, que están dirigidas por Ridley Scott. Y es que Gianina Facio, queridos lectores, es hoy la flamante esposa del director de Alien.



Y quien tuvo, retuvo. Aquí sale, también con su santo, esplendorosa a sus 54 años.



Si creéis que aquí se acaba la epopeya de Gianina Facio, os equivocáis. He dejado lo mejor para el final. En 1984, poco después de acceder a la fama mediática por sus líos con Junot y Julio I, José María Castellví, director que no parece haber hecho nada más, la contrató para protagonizar una película que me da vergüenza reconocer que recuerdo y que vi. Su nombre, “Poppers”. Habéis leído bien. Y aquí está su cartel.



Fuerte, ¿eh? Al loro los chaps del de la derecha, que creo que es Miguel Ortiz, que luego ha presentado montones de programas caspa de TV. También salía Alfredo Mayo. Y la banda sonora tenía canciones de la primera época de Alaska y de Radio Futura. Y cómo son la tipografía y el diseño del cartel. La película de la movida, vamos. Qué total.

Lo que más me sorprende de todo esto es no haber leído nada al respecto de "Poppers" en ninguno de los mari-blogs, porque no me digáis que no tiene tela. Sólo he encontrado detalles en un blog que se dedica a la caspa, no al camp, y que os ahorro. En fin. De lo que me alegro es de que mi búsqueda me ha servido para encontrar a una drag queen de nombre ideal, “Mary Poppers”, casi tan bueno como el de mi querida Chumina Power. Iba a colgar un vídeo suyo, pero es que la pobre es muy mala sobre el escenario, al ponerse nombre artístico se le agotó el talento. Os dejo que vuestra curiosidad os lleve a buscarla por los basureros del ciber espacio.

Quien sabe, quizá dentro de 25 años alguien escriba un post en un blog (¿Habrá blogs en 2035? ¿Los leeremos?) sobre ella. Por cierto, la idea de escribir este post me vino porque en mi oficina tenemos una guarda de seguridad nueva que se parece a Vaitiare, otra novia olvidada de Julio Iglesias. Pero dejo que el recuerdo de ésa se pudra en la memoria. Es que lo polinesio, como que no. Pero Gianina, divina, claro que sí.

Necesito más olvidadas. Candidatas, please.

sábado, 20 de junio de 2009

La canción pop perfecta: "Is there something I should Know?", de Duran Duran



En un comentario reciente en un blog, Polo escribió algo que me dejó meditabundo y con lo que no puedo más que estar de acuerdo. La mejor música es la que uno escuchaba cuando tenía 20 años. Yo estaba a punto de cumplir los 20 cuando Duran Duran, el grupo que desbancó a Chic de lo más alto de mi panteón musical, publicó “Is there something I should know?”, canción pop absolutamente perfecta. Pocos grupos han sido capaces de producir una serie tan exquisita de canciones pop como los cinco de Birmingham, aunque desde un primer momento, quizá por ser guapos, quizá por ser descarados, quizá por sus veleidades neorrománticas, estuvieron bajo sospecha de ser un producto prefabricado e insustancial. Sospecha que desapareció con la publicación de esta maravilla, que fue, corregidme los que sabéis de estas cosas más que yo, su único número 1 en el Reino Unido.

“Is there something I should know?” es una canción perfecta se mire por donde se mire. El sonido es muy Liverpool, con guitarras arpegiadas, había una voluntad clara de parecerse a los Beatles; bueno, a unos Beatles renacidos y que utilizaban sintetizadores digitales, secuenciadores y baterías electrónicas. La estructura es la clásica de una canción pop, con estrofa, puente y estribillo. Como siempre en Duran Duran, la línea melódica y las armonías vocales son exquisitas. Uno de los trucos que usa el muy zorro de Nick Rhodes es dejar oir el secuenciador unos segundos entre el puente y el estribillo, algo que alarga justo antes del final, que es una auténtica sorpresa. Después de un puente instrumental fabuloso con un extraño solo de armónica, y después de una nueva parada con el secuenciador en espera, se lanzan los tíos a una versión distinta del estribillo, con ritmo y arreglos disco, una línea de bajo espectacular (John Taylor, antes de destrozarse a base de cocaína y Amanda de Cadenet, no sólo era una cara bonita, sino también un instrumentista de primera) y arreglos de cuerda al estilo Chic. La primera vez que oí esta canción (en el programa de Rafa Abitbol en Radio 3, me acuerdo como si fuese ayer), que no está incluida en ningún álbum, empezó dejándome algo frío pero al escuchar el estribillo final me puse a rezar porque la volviese a poner. Me quedé enganchado. Por cierto, el vídeo es estupendo, muy neo-geo, salen todos muy guapos (salvo Andy, el guitarrista, de dónde no hay no se puede sacar), en especial Roger Taylor, el batería, que siempre fue mi favorito, y utilizan imágenes de clips de canciones anteriores.

Duran Duran pulieron su estilo de tal modo que fueron ejemplo para muchos grupos de la época. Uno de mis “guilty pleasures” favoritos, al que no dedicaré un post específico pero dejo aquí para vuestro deleite es “Too shy” de Kajagoogoo, escrita y producida por Nick Rhodes, otra cancioncita pop deliciosa interpretada por el grupo de gente con peor estilismo de todos los tiempos y si no, comprobad el vídeo. Qué monos, ¿verdad?



Tampoco fuimos indemnes en nuestro país a la influencia duranita. Con toques new romantic con horchata, Glamour nos regaló una de las mejores canciones patrias de los 80, “Imágenes”. Aún más duranita era “Guarda tus lágrimas”, que ha desaparecido de YouTube, espero que regrese pronto y la cuelgo. Imágenes es un temazo y las posturitas del cantante de Glamour, impagables.



Sin embargo, la influencia de Simon le Bon, Nick Rhodes y compañía no se quedó en los 80. La que quizá sea la mejor canción de las Scissor Sisters, “The other side”, rinde un tributo nada oculto al sonido Duran Duran. El vídeo, casero, es gracioso, con imágenes de la serie Doctor Who. A Stanwyck le tiene que gustar fijo, le pone Billy Piper. Y Judy Garland, que habla al final.




Para mí Duran Duran marcan si no toda la década de los 80, al menos su primera mitad. Como decía al principio, sustituyeron a Chic como grupo de referencia, aunque el círculo de mis preferencias musicales se cierra unos años más tarde, con Notorious, el disco que les produjo a los chicos de Birmingham el gran Nile Rogers, líder de Chic. A la hora de escoger qué canción era más perfecta dudé entre la que titula y abre este post y ésta que lo cierra y cuyo vídeo encamo de daily Motion, porque YouTube se está poniendo imposible y no le dejan a uno subir un montón de cosas. Escucho las guitarras y el metal y me imagino a Ingrid Bergman y Cary Grant besándose en un balcón sobre la playa de Copacabana. ¿O era Ipanema?

jueves, 18 de junio de 2009

Escaparates y fachadas: Museo Chicote

En realidad éste es una entrada muy breve para remitir a otro blog, un blog extraordinario, Revisión del Interior, escrito por unos profesionales del diseño y el interiorismo y que hace repaso a tendencias de arquitectura y diseño. Su buen gusto es increíble, tan increíble que me pidieron una colaboración. Me mandaron un mensaje a mi entrada sobre Enrique P y me pidieron que escribiese sobre el diseño de las tiendas "modernas" de Madrid de mediados de los años 80. A mí me gusta mucho el diseño y la arquitectura y sé algo al repecto, pero no para escribir sobre nada a fondo. En algún momento, como me insistían, me armé de valor y les sugerí escribir algo sobre Chicote, un bar atemporal de Madrid y de los pocos ejemplos de art déco en la ciudad, y me pidieron que lo hiciese.

El resultado se puede leer, y ver, en este enlace. El texto es mío, salvo el primer y último párrafos. Las fotos son de los chicos de Revisión del Interior. No es porque yo haya escrito un post, eso es una anécdota, pero os recomiendo fervientemente que sigáis su blog. Si os gustan estos temas, os apasionará tanto como a mí, Si no os gustan, hará que os gusten.

Dedicadle un tiempo a su blog, de verdad, es una maravilla.

sábado, 13 de junio de 2009

Rotación de silbante

Dedicado a Notorious

En mi antigua oficina había un guarda de seguridad muy simpático que todas las mañanas me espetaba: "Buenor díar don Fernando".

Sí, lo he escrito bien. Decía Buenor díar, con erres en vez de eses. Cuando se lo comenté a Notorious me dijo que eso se llama una rotación de silbante. Es decir que la consonante silbante, la "s", rota, es decir se vuelve "r", al estar situada antes de una "d". Se trata de un giro muy madrileño, que se oye a todas horas por esta ciudad, en modo más o menos pronunciado.

Además de filóloga, Notorious es neoyorquina. Está acompañada en la vida por un señor ejemplar con quien ha tenido dos hijas fascinantes y monísimas, llamadas Polvorete y Brillantina. Nunca me canso de escuchar las historias de las niñas, en parte porque son desternillantes (una de ellas quiere ser cabrera -para estar tumbadita en la hierba y ver pasar las nubes- y la otra chuchera -pero nada de despertarse temprano, abrirá la chuchería sobre la 1 o las 2) y en parte porque es fascinante comprobar en qué se parecen los niños a sus padres. Y no me refiero al típico "ha sacado los ojos de su madre y la nariz de su padre", sino al comportamiento y a la personalidad. Nos parecemos a nuestros padres, bastante más de lo que creemos y desde luego mucho más de los que nos gustaría, pero a edades tempranas es muy divertido observar a los niños para diseccionar personalidades.

Según me contaba su madre (que sabe que me encantan sus historias), una de las cosas que más les gustaba hace unos años a Polvorete y Brillantina en sus juegos era hablarse de Usted. A mí me gusta mucho hablar de Usted, a pesar de que estoy rodeado de personas que lo consideran clasista y poco igualitario. Yo no lo creo así, me parece que es una simple señal de educación y de respeto. Y sirve para poner distancias, que a veces es muy útil y muy necesario. Cuando mi madre estaba en el hospital, tras sufrir un infarto, no comprendía por qué las enfermeras le llamaban de tú y menos aún que le recriminasen por llamarles a ellas de Usted. En Francia no tienen ese problema, y de hecho recuerdo que mis compañeros de facultad en París no me tuteaban hasta que no hubiese un acuerdo mutuo y recíproco de pasarnos al tú. Y allí a un profesor no se llama de tú ni muerto. Es hasta corriente que parejas que están follando y no se conocen del todo bien sigan hablándose de Usted en plena acción. A mí me ocurrió una vez, hace ni se sabe, y me resultó delicioso.

Debe ser la edad, o la educación que he recibido, pero soy un gran defensor del Usted. Como les tengo bastante tirria a dependientes y camareros (salvo a aquellos a los que adoro, claro), detesto que me llamen de tú en restaurantes y tiendas, excepto cuando voy a alguna "cool" en la que intento parecer joven e inevitablemente me llaman de Usted, justo cuando más desearía un tú. Pero, frivolidades aparte, lo que más pena me da es que el Usted se está perdiendo del todo, definitivamente. Los jóvenes no saben utilizarlo (salvo el muy andaluz "Ustedes sabéis") y si saben hacerlo no parecen ser capaces de identificar las situaciones (o las personas) ante las que deberían utilizarlo.

Por eso era tan sorprendente la expresión del segurata regordete y bonachón que me daba los buenos días cada mañana. No choca tanto la rotación de silbante como el uso del Usted por un hombre más joven que yo y que tampoco me debía ningún tipo de reverencia o respeto, hasta ahí podíamos llegar. Simplemente optó por ser educado ante alguien con quien no iba a intercambiar más palabras que ésas.

Y es que con Notorious, que domina el lenguaje como pocas personas, uno acaba jugando siempre con las palabras. La última vez que estuve en Nueva York, íbamos ambos un día con prisas, ni ella ni yo teníamos tiempo de sentarnos a comer aunque habíamos quedado a tal fin y acabamos zampándonos mientras andábamos por la calle (aún quedaba nieve y hacía mucho frío) unos bocadillos de escándalo. El mío era de roastbeef, iba goteando que daba gusto. No sé cómo no me puse perdido. Comer por la calle sí que es lo peor, no lo haría en Madrid ni muerto, pero en NY como que no importa porque lo hace todo el mundo. Me fijé en su abrigo, una parka negra muy chula y le dije que me gustaba mucho. Ella me contestó: “Pues a mí no sé si me gusta, yo me veo en plan Lolita”. Y añadió unos segundos más tarde, como si hiciese falta explicación: “Quiero decir, la del Pescaílla, no la de Nabokov”. Muy “Che Guevara and Debussy”, ¿a que sí? ¿A quién habrán salido sus hijas?

jueves, 11 de junio de 2009

La campaña del valor

Me voy a poner serio, que esto no puede ser.

No es mi estilo escribir entradas en plan reivindicativo pero mi amigo Javier, que vive en Los Ángeles (de California, no de San Rafael) me ha mandado un enlace con este vídeo:

"Fidelity": Don't Divorce... from Courage Campaign on Vimeo.



Se trata de una campaña llamada "Don't divorce my dads" que ha sido montada contra otra campaña que pretende que se anulen los 18.000 matrimonios entre personas del mismo sexo que se celebraron en california mientras fue legal. Lo curioso es que la campaña anti matrimonio homosexual la dirige Ken Starr, el fiscal que intentó hacer dimitir a Bill Clinton por el "escándalo" Lewinsky y que se regodeaba en el tema de las manchas en el vestido, etc, etc. Este señor tiene un problema de entrepierna muy claro, si no lo tuviese no se preocuparía tanto de lo que hacen los demás en sus dormitorios y cómo lo hacen. Pobre, en el fondo me da pena.

Uno no se puede apuntar a la campaña desde fuera de los EEUU, pero alguno de mis lectores está por ahí, así que si os apetece u os mola, adelante.

Me pongo serio pero esto sigue en plan marica. Coño.

lunes, 8 de junio de 2009

"Todo el día en Ras porque eres lo más"

Dedicado al Duque Don Manuel



No, no vuelvo a la nostalgia pero cierro el capítulo "movida" con este clip delirante de Almodóvar y McNamara que hace contínuas alusiones al Ras, mítico bar gay de Chueca del que también he hablado (quizá demasiado) en comentarios a posts propios anteriores.

Si cuelgo el vídeo es, además de para dedicárselo al Sr. Duque, recién incorporado lector y el único al que no he dedicado nada aún (creo), para contar la historia de la letra de la canción, si es que alguien no la conoce. En el estribillo, A&M cantan "Qué divina estás, qué sílfide estás, todo el día en Ras, porque eres lo más". Pero no es así, en realidad la letra tiene truco y lo que dice es "Qué divina es Tass, qué sílfide es Tass....". Y al final, ya sin claves semánticas, gritan abiertamentemente "¿Dónde está la Tass, dónde está la Tass?, uh-uh, la estás buscando tú, la estoy buscando yo". Y bien, ¿quién es la Tass?

La Tass es Miguel Ángel Arenas, conocido como Capi y personaje importante de aquellos años de efervescencia en Madrid. Hizo sus pinitos con la música ("un disco grabó, y nadie lo compró") de la mano de Tino Casal, pero rápidamente se dedicó al "management" de artistas, en plan lo que hoy hace el innombrable Vaquerizo. Es posible que me equivoque, pero creo que Capi formaba parte de un grupo de amigos de Carlos Berlanga conocido como las Pepis (la movida no era gay, qué va), donde estaban aspirantes a artistas (serios) como Marcos Ordóñez, Javier Pérez de Ayala, Javier Pérez-Grueso o el propio Pérez-Villalta de quien ya he hablado.

A lo que iba. Miguel Ángel Arenas, que de tapadillo había sido el manager de Los Pecos, consiguió en poco tiempo serlo también de.... ¡Mecano!, grupo en las antípodas del pegamoidismo más auténtico pero los que más discos vendían y más galas hacían. Un chollazo. No sé si alguno recordaréis un episodio curioso, pero un día del verano del 82, todas las radios y televisiones dieron la noticia de que Ana Torroja había muerto en un accidente de tráfico (terrible presagio del que sí sufrió, la pobre, hace unos meses). La noticia falsa se propagó como la pólvora y llegó a la mesa de la terraza del Teide, la más moderna del Madrid de inicio de los 80, en pleno paseo de Recoletos, donde estaba la troupe Almodóvar de marcha. Al enterarse, Capi, el manager, se puso histérico y se fue a una cabina a llamar por teléfono. Claro, no había móviles entonces. Al parecer iba y volvía a la cabina cada minuto, compungido por la noticia pero sin dejar la compañía de A&M y demás contertulios de noche, sin duda calurosísima, madrileña.

En una de éstas, después de ni se sabe cuántas llamadas, idas y venidas, Fabio de Miguel le soltó al Capi que con tanta noticia parecía la agencia (de noticias soviética) Tass. Típica genialidad espontánea de Fabio, el personaje más auténtico de toda esa época. Y Capi se quedó con la Tass. Y de ahí la canción del vídeo, sacado de un programa de TVE para niños, "pista libre".

Años después, Miguel Ángel Arenas fue, al parecer, el descubridor de Alejandro Sanz y sobre él escribió hace no mucho un libro, pero no creo que a nadie que lea este blog le interese un ápice Alejandro Sanz.

Esto parece el blog de Pe-Jota pero en petardo. Claro, que qué más quisiera yo que escribir el blog de Pe-Jota.

jueves, 4 de junio de 2009

Astros

Uno de mis viajes me obliga a salir de casa muy temprano. Tengo que estar en el aeropuerto a las 6 de la mañana y la noche anterior pido un taxi para las 5 y media, que llega a y veinte. Es lunes. Por el centro de Madrid pulula bastante gente que aún no se ha acostado. El típico grupo de jóvenes británicas rubias muy borrachas, con faldas demasiado cortas para el grosor de sus muslos, las sandalias de tacón en la mano y los pies desnudos en la acera dando grititos etílicos. Algún listillo con pinta de dealer, ojo avizor para servir a quienes puedan necesitar algo que les permita seguir despiertos unas horas más, o incluso todo el día siguiente. Los servicios de limpieza del ayuntamiento trabajando a destajo. En Cibeles veo un grupo de latinoamericanos, pero éstos no están de marcha, van sin duda de camino al trabajo después del madrugón habitual. En mí el madrugón es circunstancial, en ellos es rutina. No me puedo quejar. Bastantes taxis libres circulando por las calles, siempre me han gustado las lucecitas verdes salpicando la noche. Mi taxista es encantador, me cuenta que acaba de empezar la jornada y hablamos de Nadal, el pobre, que ha perdido. Seguro que ahora empezamos todos con la cantinela: “Ya te lo dije yo, si no es tan bueno, mira qué pronto ha pinchado”.

Al salir de casa me fijé que en el cielo occidental refulgía Sirio. Porque Sirio refulge, centellea y cambia continuamente de color. En Madrid no se suele ver bien, pero esta mañana (“Nunca he dado un paseo de día, he estado muchas veces en Tiffany’s a las 6 de la mañana, pero eso aún cuenta como noche, ¿verdad?” decía Holly Golightly) brilla mucho, aunque es posible que lo vea de este modo porque sigo dormido y además no he desayunado. Desde el taxi, ya en la autopista, veo en el cielo, al sureste, una luz que ilumina el firmamento como una bombilla incandescente, ésas cuyo uso pronto nos van a prohibir. Al principio pienso que es un avión aterrizando en Barajas, pero no, es Venus, el lucero del alba, que se ve toda la noche pero luce en todo su esplendor cuando empieza a despuntar el día. Y ya se puede adivinar un halo de luz tenue en el horizonte oriental.

Cuando era pequeño, mi madre me despertaba a veces en plena noche, en verano, para ver las estrellas. No sé por qué se me pone un nudo en la garganta al escribir esto. Nos despertaba a mis hermanos y a mí para que viésemos el espectáculo del cielo, estrellas, planetas y constelaciones. Nos enseñaba la Vía Láctea que yo, adormilado, nunca podía discernir. Hasta que un día lo hice y me maravillé de su inmensidad y la sutileza con que la exhibe. Me mostró Antares, mi estrella, y me enseñó la forma del escorpión, mi signo, en el cielo de Málaga. Años después me acordé de ella cuando vi en el desierto de Wadi Rum, en una noche memorable que pasé a la intemperie con Antonio y Javier, mis más antiguos y queridos amigos, los satélites artificiales en movimiento, como pequeñas y lentas estrellas fugaces sin estela.

Ahora, siempre que estoy de viaje mi chico me manda mensajes recordándome que me fije en la luna creciente o menguante (como buen conocedor y amante de la luna no la admira tanto cuando está llena como en sus otras fases) o diciéndome por ejemplo que me fije en el horizonte occidental al atardecer pues en la latitud en la que me encuentro podría ver Mercurio, el más escurridizo de los planetas y que yo sería incapaz de identificar sin su ayuda. Ahora, después de un día que no ha existido, en el que salí de casa de noche y llego a mi destino de noche y en un hemisferio distinto, veo desde el avión, justo encima del horizonte, la Cruz del Sur. Y estoy deseando aterrizar para llamarle y contárselo.

Hay momentos que, al vivirlos, uno sabe que los va a recordar para siempre. Hace cuatro años se produjo un fenómeno que no se repetirá en más de un siglo: el solsticio de verano coincidió con la luna llena. Vivíamos entonces al borde el mar y fuimos la familia entera a ver la salida de la luna. Nunca he comprendido como en aquel lugar, una colina de un parque urbano sobre la costa, en aquel momento de confabulación astral, no había nadie más que nosotros tres, mi chico y yo, abrazados, mirando la luna surgir, inmensa y roja, entre unas islas lejanas sobre el mar y nuestra niña, Lulé, ya ciega, sorda y casi incapaz de andar, con la cabeza bien levantada y sus largas orejas de cocker al aire, olisqueando los aromas del mar, disfrutando de la única percepción sensorial que le quedaba, moviendo el rabo con fruición. Tremendamente feliz, a pesar de todo, de su edad y sus limitaciones. Supe en aquel instante que ese momento, tan exquisito, tan perfecto, tan bello, tan feliz, tan cósmico, en que nos unía un astro, quedaría para siempre fijado en mi memoria. Supe también que sería la última luna llena que pasaríamos juntos los tres. Dos semanas después enterrábamos a Lulé. Es raro el día que no me acuerde ella y de los quince años y las muchísimas lunas llenas que pasamos juntos.

Al aterrizar, he llamado a mi chico y al decirle que había visto la Cruz del Sur me ha preguntado si también podía ver la constelación del Centauro. No he sabido qué decir, porque la verdad es que no sabría ni dónde buscarla. Y es que en materia de astros, como en otras tantas, sin él, mi astro personal, estoy perdido.

martes, 2 de junio de 2009

Guilty Pleasures: "Muy pronto hay que triunfar", de Enrique

Yo siempre fui un chico con dudas. Siempre. Y eso, por mucho que uno resuelva las más acuciantes, o por mucho que le cuente a todo el mundo lo que todo el mundo ya sabe, perdura. Por eso llevo como un mes dándole vueltas a esta entrada y dudando: ¿guilty pleasure o lo peor de todo?

La respuesta me la ha dado mi adorado amigo Manolo el israelita, a quien he citado previamente en este blog pero que, hasta ahora, no ha sido lector del mismo. Espero empujarle hacia él, quiero decir hacia mí, con esta entrada que he resuelto gracias a él. Qué galimatías. Va por ti, Manolo.

Vayamos por partes: Enrique, con Ana o sin Ana, con Pozo o sin él, es lo peor de todo. Y, como diría una ex amiga llamada Ana Chumi (cómo se puede llamar alguien así... en fin), además de verdad. Desde "amigo Félix cuando llegues al cielo" hasta sus apariciones en la telebasura más chunga, no ha hecho más que demostrar que es un personaje perfectamente deleznable y hacernos la vida un poco peor a todos. Bueno, pobre, no le conozco y a lo mejor es buena gente, quién sabe. Tiene un nombre bonito, así se llamaba mi abuelo. Un apellido extraño. Decían que en los primeros 70 vivió en Los Ángeles con David Hockney, quien le dedicó alguno de sus retratos de chicos desnudos en la piscina, pero prefiero creer que no es así. David Hockney tiene muy buen gusto.

Antes de Enrique y Ana, antes de Enrique del Pozo, hubo Enrique a secas, cantante de canciones infantiles que se sacó de la manga ésta que, a pesar de todo lo que he contado, entra en mi panteón de Guilty Pleasures más absolutas.


¿No os encanta? Es una canción buenísima. Los acordes de la estrofa, el ritmo machacón del piano es fabuloso. El estribillo, tan pegadizo. Sobran las voces de los muñecos, eso sí. Y luego está el "qué bonito, qué bonito" que, imagino que sin quererlo, ha perdurado los más de 30 años que hace que esto salió al mercado y se escucha fin de semana sí y otro también en los campos de fútbol (y de otros deportes) de toda nuestra geografía. Vale, vale, él es estomagante, los muñecos aborrecibles, el modelito azul "estafeta" votimivo, los pasitos de baile insufribles. Pero ¿y la canción? ¿no es un joyón?

Aquí es donde entra en juego Manolo el israelita porque él es quien me ha recordado de dónde sale este temazo. Manolo, por cierto, es de las pocas personas que tenía en su colección de discos, hace 21 años cuando le conocí, a Sergio y Estíbaliz en versión disco-chochi, a Bibi Andersen pre-Fernández con su "touch my erotical zones", a los New Trolls y mucho Ana Belén (nadie es perfecto). Tener ese tipo de música ahora es bastante común, hace 20 años era titánico. Al colgar yo la canción de Enrique en mi nueva cuenta de Caralibro él, entusiasmado, inmediatamente me recordó que la versión original era de Carol Bayer-Sager, quien co-compuso muchos de los éxitos de Burt Bacharach y tuvo un éxito propio con esta canción que, en su versión inglesa, se llamaba "You're moving out today" (o sea, que te des el piro, bonita) y que llegó a lo más alto de las listas británicas a mediados de los 70. Igual que "Save your kisses for me", vale, pero no importa, ésta nos gusta mucho más.

Me siento generoso, y Enrique, con o sin Ana, dentro o fuera del Pozo, debería estarme agradecido, porque pudiendo haberle tildado de lo peor, como hice con el probre Gonzalo, lo he elevado a una guilty pleasure y con todas las de la ley. Ahí está con Sergio Fachelli o Paloma San Basilio y otros más que vendrán. Si es que lo mío es la generosidad. Aunque, bien pensado, como el interesado lea esta entrada me va a meter un pleito... Me da igual. Al contrario que él, en el extremo opuesto de la naturaleza humana, se encuentra Manolo, la única persona (la única, de verdad) que le cae bien a todo el mundo, de quien nadie nunca ha dicho nada que no sea positivo. Lo más grande.