viernes, 27 de febrero de 2009

Respuestas almodovarianas

Bueno, pues aquí están las respuestas al “quiz show” almodovariano. Gracias a todos por participar. Bueno, gracias a Theodore, Coxis, Pandora y Stanwyck. No oculto que esperaba que ésta fuese mi entrada de mayor repercusión (más que Morgan Fairchild que, si no me falla la memoria, ha sido mi mayor éxito editorial), y me ha sorprendido ver lo poco que ha interesado. Debe ser que Almodóvar está “passé”. Ganó el concurso Coxis, como era de esperar, casi con acierto pleno.

Antes de empezar, pido disculpas. Me he pasado, he escrito demasiado.

1.- “No dejé Madrid para olvidarte, porque si me olvido de ti, como me aconsejas, temo quedarme vacío”.



“La Ley del Deseo”. Nadie pronuncia esta frase, la frase fatídica, en la película. Es el principio del texto que Eusebio Poncela le pide a Miki Molina que le escriba y le envíe en una postal. Y es la frase que desencadena toda la tragedia. A mí La Ley del Deseo me cambió la vida. Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi en el cine, con dos compañeros de facultad, un chico que me gustaba muchísimo (y pienso que yo a él, pero nunca nos dijimos nada, nunca lo sabremos ya) y una chica muy monjil que estaba bastante escandalizada. A nuestro lado se sentó una señora mayor que se salió del cine en la primera escena, horrorizada con el “fóllame, fóllame” de los dobladores y de Banderas. A mí esa película me habla de tú a tú, a pesar de sus fallos. Es la más valiente y la más sincera de todas las que ha hecho Almodóvar y es un retrato perfecto del Madrid de esos años, con el calor insoportable del verano (“Riégueme, no se corte, esta noche no lo aguanto”) y el consumo desinhibido de drogas y sexo sin pensar en las consecuencias. Me encanta el retrato del proceso creativo, que es sin duda el del propio Almodóvar y las interpretaciones de todo el mundo. Banderas nunca ha estado tan seductor. Por cierto, otra pregunta, La Ley es la primera película de Almodóvar en la que sale Victoria Abril. ¿En qué escena?

2.- “A mí Prada me parece ideal para monja”.



“Todo sobre mi madre”. Pronuncia la frase Penélope Cruz (¡Enhorabuena!) en la escena en que todas las mujeres están reunidas, hablando y bebiendo divertidas en la casa que comparten en Barcelona Cecilia Roth y Penélope. Es un momento muy George Cukor, una escena redonda en la que, además, se pasa de lo relajado y ligero a la tragedia con una facilidad pasmosa. Almodóvar demuestra dominar todos los registros como guionista y como director. Es la película más reciente de todas las que he elegido para este concurso y es la que marca el inicio de mi desinterés hacia Almodóvar como creador. Que no se me malinterprete, por favor. Ya he escrito aquí que Volver no me gustó, pero las tres anteriores me parecen espléndidas y muy arriesgadas, incluida “La Mala Educación” que ahora está tan de moda denostar. Quizá “Hable con Ella” sea la mejor de todas las películas que haya hecho nunca Pedro. Pero a mí ahora sin embargo su cine me interesa como me pueda interesar el de Tim Burton o el de Kaurismaki. Sin apasionamiento, con un interés intelectual pero no referencial (ni reverencial). Como el de cualquier otro buen director de cine. Pero no como el favorito o el de referencia. Antes lo era. Ya no. Y no pasa nada. Por cierto, totalmente de acuerdo con Pé: Prada es ideal para monja.

3.- “Es tu madre. Qué bonito lo que ha dicho”.



“Tacones Lejanos”. Película fallida, como todas las de la etapa de transición de los 80 a los 90, pero una de mis favoritas. Me la sé de memoria. Mi amiga Anabel y yo habremos interpretado el numerito de “Un año de amor” unas mil quinientas veces. La frase la pronuncia Bibi (su personaje es “la Cimarrona”) en la cárcel, se lo dice a Victoria Abril tras oír cantar por la radio a su madre, Marisa Paredes, aquello de “tu párvula boca, que siendo tan niña me enseñó a pecar”. Es curioso, en Francia esta película arrasó y aquí la machacó toda la crítica. Hay un aspecto superficial muy feo, muy (con perdón por la expresión) “nuevo rico” que es el de la ostentación de marcas, todo era Chanel y Armani, algo que aquí no se perdonó e impidió que se apreciaran las bondades del film. Bosé está estupendo como el travestí Letal y repulsivo como el juez Garzón. La historia no termina de ser creíble, en parte por la interpretación tan poco natural de Marisa Paredes (por cierto, y no me corto: la conocí en una ocasión y es una BORDE y una ANTIPÁTICA que echa para atrás) y en parte por la duplicidad inverosímil de caracteres y situaciones. Pero lo que salva la película, en mi opinión, es el punto “Douglas Sirk”, el retrato de la inevitabilidad y dificultad de las relaciones parentales, lo mismo que en “Imitación a la Vida”, película a la que aspira a parecerse. La música de Sakamoto, aunque no original, era estupenda y hay escenas memorables, como el primer interrogatorio con Victoria A, Marisa P y Miriam Díaz-Aroca (“No, si Ud. puede molestarme siempre que quiera, pero… hágase cargo”). Y la escena final, quizá lo mejor, al igual que ocurre en “Volver” (que en el fondo es la misma historia con aderezo incestuoso).

4.- “Pásame el lipstick, querida”.



“Laberinto de Pasiones”. Fabio. Patty Diphusa. McNamara. El mejor personaje del cine de Almodóvar, pero no creado por él sino por el propio Fabio, alguien impagable, sin duda lo más auténtico e irrepetible de aquella época tan divertida. Me resisto a llamarla la movida, detesto esa palabra, pero desgraciadamente es en lo que ha quedado. Laberinto, junto con “Arrebato” de Iván Zulueta, es el retrato de la movida. Ambas son opuestas: el lado brillante frente al lado oscuro; el día frente a la noche; los derivados de la coca frente a los derivados del opio; subidón frente a bajón. Me ha costado escoger una frase de la película porque hay tantas (“tómalos, tómalos, son suaves como el visón”) pero quería que fuese de Fabio. Estuve a punto, Theodore, de escoger “Haré de ti… la Reina de Halloween”. La escena de la filmación de la fotonovela con la taladradora es pura antología. Lo mejor de la película, además del retrato del momento, es el absoluto desmadre, el desorden, el rastro, el “todo vale”, el vitopens, la enorme creatividad de esos años (los murales de la habitación de Cecilia Roth eran de Guillermo Pérez-Villalta). Ya he dicho que soy poco nostálgico, pero aquella época fue muy divertida. Y muy triste también, aunque sólo sea por la de gente que se quedó en el camino.

5.- “Matar es como cortarse las uñas de los pies. Al principio, la sola idea te da pereza”.



“Kika”. Película desastrosa aunque sumamente interesante. Yo siempre he pensado que con otros actores (salvo Verónica Forqué, que está y es estupenda, lo mismo que Rossy de Palma) habría funcionado mejor, aunque tampoco estoy muy seguro. Es un engendro con pocas vías de escape. Pero se deja ver. La frase del concurso es escrita y no hablada, como la primera de esta lista, y deja claro que Almodóvar sabía distinguir entre el lenguaje escrito y el diálogo. Digo bien sabía, porque en sus últimas películas los diálogos adolecen de excesos literarios y, por tanto, de falta de credibilidad. O eso me parece a mí. La frase está sacada de la novela de Peter Coyote (qué desastre su doblaje) sobre una “killer lesbian” que en realidad narra los asesinatos que él mismo comete. La lee Victoria Abril, que está estupenda en el papel de presentadora de televisión ante unos decorados de rascacielos formados por cajas amontonadas, vestida por Jean-Paul Gaultier (seguimos en etapa “nuevo-rico”). Almodóvar todavía producía frases memorables, sobre todo para las secundarias femeninas (“no es lo mismo, no es lo mismo, él lo quiere todo, oye”, le decía Rossy a su hermano en la ficción, Paul Bazzo). Y también es muy destacable el decorado disparatado tipo años 50 (una tienda de muebles de Madrid le dedicó una exposición en su momento) y una iluminación fabulosa. Pero es una película que no hay por dónde cogerla, por mucho que sea la favorita de los hermanos Coen.

6.- “¡Salta! ¡Salta!... No salta. Le repugna”.



“Mujeres al borde de un ataque de nervios”. Carmen Maura ha puesto su ático en alquiler y se da una vuelta por el corralito que tiene en la terraza. Le pide al gallo que salte y éste se niega. ¿Improvisación de la Maura –tiene toda la pinta- o metáfora de la batalla de los sexos? Que decida cada cual. “Mujeres” es una película perfecta, redonda, llena de frases inolvidables. Las testigas. El vestidito horroroso, horroroso de la señora. Esto no es una casa-casa. Ecce Omo. Cualquier precaución es poca. Es que no estoy curada. Podría haber elegido cualquiera, pero me he decantado por ésta, en parte porque no es tan evidente (no hay que ponerlo fácil, aunque Coxis se la supiese) y en parte porque me encanta el verbo “repugnar”. No es fácil hacer una comedia perfecta, la prueba es que si lo fuese habría muchas más. Con Mujeres fue cuando me di cuenta, nominación al Oscar aparte, de que Almodóvar tenía lo que las folclóricas (como el personaje de Kiti Manver en Pepi…) llaman “talla internasioná”. Yo he visto Mujeres en un cine en Amman, Jordania, con subtítulos en árabe. Con la excepción de algún murmullo en la sala a propósito de los chiítas, la gente se reía donde había que reírse, aunque fuese a costa de una referencia que yo habría pensado exclusivamente española e inexportable. Me gustó mucho volverla a ver en el cine, hace ya dos años, con ocasión del 20 aniversario. Salvo por la ropa de los actores (los rojos, las hombreras, las pinzas… todo volverá) no había envejecido nada. Al final de todo, en las enciclopedias de cine ésta será la película por la que se recordará a Almodóvar, no tengo duda.

7.- “Laura ronda los 40 y sueña con hacerse un lifting”.

“La Ley del Deseo”. El personaje de Carmen Maura, Tina Quintero, es el mejor de todos los salidos de la mente y la pluma de Almodóvar. La frase se refiere a Laura P., protagonista del guión que escribe Eusebio Poncela, basado supuestamente en su hermana, Carmen Maura. De nuevo una frase escrita, leída por Fernando Guillén hijo a su padre en presencia de Tina-Laura-Carmen cuando están registrando la casa de Poncela, que está en el hospital con amnesia. No me he podido resistir a incluir dos citas de “La Ley”, aunque en un primer momento me incliné por la que da inicio al monólogo de Carmen Maura en el hospital, cuando Poncela ve la foto de ambos, dos chicos, que ella le ha llevado: “Al principio, yo era chico…”. Ese monólogo es el típico que ponen en la ceremonia de los Oscar cuando anuncian cada nominación, y a mí me pone la piel de gallina. Está muy bien escrito y mejor interpretado, casi se ven como se le abren las arrugas a Carmen Maura, la pobre embutida en un vestuario horroroso y con un peinado (muy de “trans” de la época, tipo Paco España, eso sí) de juzgado de guardia. La última media hora de “La Ley del Deseo” forma parte del mejor cine que se ha hecho nunca en España. Y como dije antes, tan valiente y tan sincero.

8.- “¡No me quites nada, no me quites nada!”.



“Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”. La frase la pronuncia la maravillosa Concha Gregori, que hacía de “Charito” (su perro se llamaba “Charitísimo”), la vecina de Luci y su marido el poli malo, Félix Rotaeta. Éste, cuando Luci se va a vivir con Bom (Alaska), intenta violarla y ella dice la frase de la adivinanza (él insiste: “venga, déjame, aunque sea entre las piernas, déjame, déjame, sólo entre las piernas”). A veces uno tiene la impresión de que la España contemporánea empieza con “Pepi”. Nadie se lo cree y a estas alturas ya no espero que nadie lo haga, pero yo estuve en su día, allá por 1980, en el estreno de “Pepi”, en el cine Peñalver de Madrid, que ya no existe. Tenía 15 años y no entiendo como acabé allí, ni cómo me dejó mi madre ir. Me hacía gracia el nombre de la película. Por supuesto había oído hablar de Alaska, que ya era un mito entre quinceañeros. Y yo aspiraba a ser moderno. Recuerdo reírme como un bobo durante toda la película, incluso en la escena de la lluvia dorada, en la cual, en mi inocencia, yo no vi ni la más mínima connotación sexual. La película empieza con la violación de Pepi y un diálogo (“Y hablando de chupar… ¿qué te parece este conejito en su salsa? Así a la vista… de rechupete…. ¿No te importa hacerlo por detrás? Es que estoy más acostumbrada”) que demuestra que Almodóvar no le tenía miedo a nada y no se cortaba un pelo. Grupos pop, folclóricas, chaperos ocasionales, tiendas de lámparas, zarzuela, el anuncio de bragas Ponte que absorbían el pis y se convertían en consolador (“Hagas lo que hagas, ponte bragas”), amas de casa masoquistas y lesbianas (Alaska llevaba a Eva Siva por la calle con una correa de perro), la mujer barbuda y su marido maricón en el armario, Costus y su piso en la calle de la Palma, Fabio, Erecciones Generales. Y, por encima de todo, Carmen Maura devorando la pantalla.

9.- “Mucha camiseta percudía, mucha camiseta percudía pero, ¿dónde están los anorales?”.



“Carne Trémula”. Pronuncia la frase Mariola Fuentes cuando ordena la ropa de los niños de la Guardería donde trabaja, junto a Francesca Neri y Liberto Rabal. Es un ejemplo de lo generoso que es el Almodóvar escritor con sus personajes secundarios, en la gran tradición hollywoodiense, perdida salvo por Woody Allen (¿verdad, Penélope?), que parece ser el único capaz de dar espacio a más actores que los esencialmente protagonistas. “Carne Trémula”, que está entre mis grandes favoritas, es la más buñueliana de las películas de Almodóvar, la mejor filmada (hay una escena al principio, rodada a cámara lenta, con el cruce de miradas entre la Neri y Javier Bardem, que es un monumento a toda la historia del cine), la que tiene mejor música. Es además una de las más valoradas por los críticos, le gustó hasta a Boyero en su momento. A casi todo el mundo le parece que Liberto Rabal la destroza, pero a mí no me parece tan malo, al menos da el tipo físico de chico guapo y algo brutote. Al igual que en “La Ley”, la escena final es antológica, con Ángela Molina escribiendo la carta de despedida mientras la tragedia se desarrolla a su alrededor. Bardem, que al parecer se llevó fatal con Almodóvar durante el rodaje, está espléndido. Por cierto, ¿cuál es la primera peli de Almodóvar en la que sale Bardem – previa a Jamón, Jamón?

10.- “A mí me gustan las magdalenas, las bolsas de plástico, el cementerio, el dinero”.



“¡Qué he hecho YO para merecer ESTO!”. Sólo por el título –que le copiaron los Pet Shop Boys- y el cartel que diseñó Ivan Zulueta, la película (la más fallida de todas, porque debería ser la mejor pero se pierde en las historias paralelas) es una obra maestra. De nuevo, una secundaria, en este caso Chus Lampreave, se encuentra con el regalo de un papel maravilloso. La frase se la dice Chus a su nieto, hijo de Carmen Maura, cuando deciden un nombre para el lagarto que se han encontrado en el descampado (lo llamaban el parque) de delante de su casa. Vaya una nota sociológica por delante: en 1984 la película pretendía mostrar el aspecto más lumpen de la vida en barrios marginales de Madrid, reflejado en el bloque del Barrio de la Concepción donde viven Carmen Maura y familia. Hoy los pisos en ese bloque (que los arquitectos más modernos consideran una obra maestra) cuestan un ojo de la cara. De la marginación al lujo, en una generación. Consideraciones socio-culturales aparte, “Qué he hecho YO” está sin duda entre lo mejor de su obra. Refleja el Madrid de clase media baja de una época de mucho paro y mucha heroína, donde la gente de pueblo no termina de integrarse, y es que el retorno al pueblo no deja de ser uno de los principales temas del cine de Almodóvar. Me quedo con la hilarante escena de la farmacia (otro leitmotiv de sus películas –“Qué bona nit”, “Mañana te traigo la receta, es que si no no duermo”) y la farmacéutica friki que, según en contó en su momento una amiga que vivía en el barrio de la Concepción, existía de verdad. De nuevo Carmen Maura. Ella y Pedro formaron un tándem irrepetible.

11.- “Pues no sé qué va a ser peor, que se te marquen las bragas o el… chocho”.



“Átame”. Frase pronunciada por Loles León en diálogo con su hermana, Victoria Abril. La palabra chocho me encanta. Suena tan bien. Sale bastante en el cine de Almodóvar (“Qué he hecho YO”: “Parece que tú sólo tienes sensibilidad en el chocho”; “Kika”: “Dónde esté un buen chocho, que se quite todo lo demás”). “Átame”, por algún motivo, gusta mucho a las mujeres, como “La Flor de mi Secreto”. A mí me dejó muy frío cuando la vi por primera vez, pero he aprendido a apreciarla con el tiempo. No era fácil hacer una película después del éxito, tan merecido, de “Mujeres”. Banderas y Abril están muy bien y Loles León tiene espacio y diálogo para lucirse. Aquí se entrevé al Almodóvar maduro: cuidadoso, calculador, sentimental.

12.- “Tú no me conoces, pero yo siempre te he odiado”.

¿A qué la frase es buena? Por supuesto Stanwyck la ha reconocido. Pero Coxis no, porque no es de Almodóvar. Es de mi hermano, que tiene mucha gracia, y la pronunció respecto a un personaje público a quién él efectivamente odia de modo irracional. Siempre pensé que encajaría en cualquiera de las primeras películas de Pedro, pronunciada por un personaje femenino despechado, tipo Laura P. o Leo Macías, a quien da vida Marisa Paredes en “La flor de mi secreto”. Hablando de secretos, no sé si alguien se ha fijado que el argumento de la novela negra que escribe Amanda Gris y es rechazada por sus editores es exactamente el mismo de “Volver”. Y es que Almodóvar, como toda la gente con creatividad, se cita continuamente a sí mismo.

Siento mucho no haber incluido nada de “Entre Tinieblas”, otra gran favorita, de “Matador” (“un poco putón parece… pero mona es, lo mismo te digo una cosa que te digo la otra”) o del “Tráiler para amantes de lo prohibido”. Las más recientes las conozco peor, no recuerdo frases memorables. Y no es que no me gusten , quizá es que me fijo menos.

Espero “Los abrazos rotos”, a pesar del título poco prometedor, con avidez. Que nos guste a todos.

jueves, 19 de febrero de 2009

Almodóvar Quiz Show

Dedicado a Coxis

Como tenemos ya encima tiempos de premios y estrenos de cine, he decidido ponerme en plan Coxis y centrarme en el celuloide, lanzando un nuevo concurso, esta vez de mi propia invención, sin copiarle ideas a nadie. Pues sí, yo también sé inventar y se me ha ocurrido que, como todos somos o hemos sido fans del cine de Almodóvar, antes del estreno de su nueva película podríamos jugar a las adivinanzas. Se trata de descubrir a qué película pertenece cada una de las 12 frases siguientes. Yo creo que para el buen fans son facilitas, algunas más que otras, por supuesto. Pero a lo mejor me equivoco.

Allá van:

1.- “No dejé Madrid para olvidarte, porque si me olvido de ti, como me aconsejas, temo quedarme vacío”.

2.- “A mí Prada me parece ideal para monja”.

3.- “Es tu madre. Qué bonito lo que ha dicho”.

4.- “Pásame el lipstick, querida”.

5.- “Matar es como cortarse las uñas de los pies. Al principio, la sola idea te da pereza”.

6.- “¡Salta! ¡Salta!... No salta. Le repugna”.

7.- “Laura ronda los 40 y sueña con hacerse un lifting”.

8.- “¡No me quites nada, no me quites nada!”.

9.- “Mucha camiseta percudía, mucha camiseta percudía pero, ¿dónde están los anorales?”.

10.- “A mí me gustan las magdalenas, las bolsas de plástico, el cementerio, el dinero”.

11.- “Pues no sé qué va a ser peor, que se te marquen las bragas o el... chocho”.

12.- “Tú no me conoces, pero siempre te he odiado”.

Pido a mis lectores/concursantes que sean prudentes al enviar sus respuestas, pues no sé bien moderar los comentarios (la única vez que lo hice lo borré todo, y no es plan). Coxis las acierta todas fijo, fijo, fijo. O quizá no... Dentro de una semanilla, más o menos, daré los resultados. Enjoy! ¡Qué nervios!

miércoles, 18 de febrero de 2009

Revolución Soul

A principios de los años 90 se produce una pequeña revolución musical. De repente reaparece el soul. Bajo diversas etiquetas, “Acid Jazz”, “R&B”, la música negra realiza su particular “retour à l’ordre”, aunque no en todos los casos se trataba de intérpretes negros. Se retoman modelos abandonados en los 70, que la oleada pop y rock de los años 80 había sepultado casi por completo. Vuelve a renacer la música puramente negra, que en el fondo había quedado transfigurada, obra y gracia de Michael Jackson (por quien, por otra parte, sólo siento admiración), en pop. De gran altura, por supuesto, pero pop al fin y al cabo.

Antes de acabar la década de los 80 en Gran Bretaña surge algo totalmente novedoso.



Cuando escuché por primera vez “Keep on Movin’” de Soul II Soul pensé que nunca había oído nada semejante. Se produjo esa sensación tan agradable y tan poco frecuente de estar ante algo nuevo de verdad. Y era nuevo, novísimo, con su ritmo electrónico tan lento y sincopado, una ambientación creciente a base de violines (que no sintetizadores) y una voz llena de soul, la de Caron Wheeler. Corría 1989. El artífice de Soul II Soul era Jazzy B, un genio que tras este primer disco (pocos meses más tarde arrasaban con “Back to Life”, mucho más bailable) se retiró a labores de producción. Caron Wheeler inició una breve carrera en solitario y publicó un álbum estupendo, que contenía “Living in the Light”, canción bestial cuyo vídeo además cuenta con la aparición de un rastafari muy, pero que muy macizo que se deja mecer por las olas. Y Obama, que inexplicablemente sale al final. O uno que se le parece.



Los miembros y miembras de Soul II Soul eran todos negros, pero no era ése el caso de todos los grupos de este “nueva ola Soul” británica. La idea de este post me la dio el título de una entrada de Theodore bajo la cual reconocí una canción de los Brand New Heavies, “Dream on Dreamer”.



Aquí hay mezcla racial, una cantante de primera línea, N’dea Davenport (también cantó con ellos Siedah Garret, famosa por un dúo con Michael Jackson) y elementos puramente de los años 70, como las guitarras con efecto “wah-wah” y el vestuario, que parece sacado de Shaft. De los Brand New Heavies fue el último concierto de música “moderna”, por llamarlo de algún modo, al que haya ido, en 1994 en La Riviera. Inolvidable.

De toda la hornada de grupos soul blanquinegros de la época, el más famoso y de carrera más larga es Jamiroquai. La primera vez que escuché “When you gonna learn” pensé que era una canción de Stevie Wonder, de su época Superstition (la única buena), que desconocía. La voz era la misma. Y no, no era Stevie sino un chico de Essex, con mucho soul en las venas, sombreros horrorosos, electricidad en las piernas, un ramalazo ecologista muy marcado y una carrera que duró bastante pero también degeneró con el tiempo. Pero el primer disco, “Emergency on Planet Earth” era una maravilla.



Mucho menos conocidos eran Galliano (nada que ver, creo, con el diseñador), también grupo multitudinario y muy multirracial, pero produjeron una de las mejores canciones de esta época, “Prince of Peace”. No, no está dedicada a Godoy. Y la cantante tiene un puntazo trans. Se parece un poco a Jermaine Stewart, ¿verdad Stanwyck?. YouTube no me deja encamar el vídeo, lo podéis ver pinchando aquí.

El estribillo es absolutamente contagioso y la mezcla de rap y partes cantadas, que ahora es moneda más que común, era de lo más novedoso entonces. A mí de todos estos grupos lo que más me gustaba era la recuperación de instrumentos tradicionales, que en los 80 habían quedado sepultados por los sintetizadores: pianos eléctricos Fender Rhodes, órganos Hammond, mentales y cuerdas auténticos. Con lo que a mí me gustaban los grupos tecno-pop de los 80, a quienes dedicaré una entrada próximamente. De todo se cansa uno.

Dejo para el final a mis favoritas. Americanas y no británicas. Se llamaban Zhané (su primer álbum se titulaba “Pronunced Ja-Nay”, dándole al consumidor la pista para pronunciar el nombre de marras) y eran absolutamente divinas. Es una pena, porque han retirado de Youtube mi favorita de entre sus canciones, “Vibe”, que tenía un vídeo precioso filmado en Nueva York en pleno verano, con esa luz naranja tan agresiva (y tan parecida a la de Madrid). Pero dejo aquí “Hey Mr. DJ”, lo mejor. En su segundo disco, que era más flojo, tuvieron el buen gusto de hacer una versión del Good Times de Chic.



De modo deliberado no he incluido en esta lista a los más divertidos y revoltosos de la clase de los primeros 90, Deee-lite. Mis favoritos. Se merecen una entrada aparte.

lunes, 9 de febrero de 2009

"Oscar Wilde"



Leo en el New York Times una noticia que me llena de pena. La librería “Oscar Wilde”, en Christopher Street, en pleno corazón de Greenwich Village, cierra sus puertas. La noticia no tendía mayor relevancia si no fuese porque es la librería de temática gay más antigua que existe en Estados Unidos (seguro que en Estocolmo o Ámsterdam las hay más antiguas). Abrió dos años antes de la revolución de Stonewall y ahora es presa de la crisis. Nadie compra libros. Nadie compra nada.

Estuvo a punto de cerrar, según el artículo, hace 6 años, salvándose en el último minuto. Es posible que ese primer conato de cierre inspirase un episodio de “Will and Grace”, serie de la que tengo que reconocer que no soy demasiado fan. En fin, en el episodio de marras, Will y Jack se enteran de que van a cerrar una venerable librería LGBT de su barrio y deciden montar una reunión para recaudar fondos con el fin de que el dueño pueda seguir pagando el alquiler y mantenerla abierta. Jack se apunta al tinglado para ligar con un chico que le gusta, y Will es un mar de dudas porque si la librería echa el cierre será sustituida por un mega-gimnasio ultramoderno lleno, sin dudas, de macizos varios. Al final triunfa la cordura y el buen rollo, recaudan el dinero, el dueño se lo agradece pero les dice que eso sólo le cubre un mes, así que al final pasan de todo, dejan que la librería cierre y abra el gimnasio, al que se puntan antes que nadie. No estoy muy seguro de que el final sea exactamente como lo he descrito, pero así es como lo recuerdo.

Siempre es una pena que cierren librerías, ya he dejado escrito que me gustan mucho. Estuve en varias ocasiones en “Oscar Wilde”, la última vez en uno de mis últimos viajes a Nueva York. Mucho Edmund White, algo de Foucault y de Camile Paglia, mucho calendario, el porno discretamente embalado y colocado en estantes. No es mi librería favorita en Nueva York, ni siquiera en el Village, pero como se ve en la foto está en uno de esos rincones tan atmosféricos de la ciudad, de ésos que uno cree que ya no existen.

Una pena que desaparezca. Esperemos que en su lugar, o cerca de donde aún se encuentra ésta, alguien abra otra librería queer. Seguro que no ocurre, a nadie le interesa leer sobre estas cosas. Ni sobre nada, me atrevería a decir. Yo apuesto que lo sustituirá una tienda de ropa de diseño. La enésima de Marc Jacobs en el Village, por ejemplo. O un bar de ambiente, ya sea con o sin cuarto oscuro. U otro restaurante de sushi más. Las prioridades son las que son.

jueves, 5 de febrero de 2009

Guilty pleasures. Sergio Fachelli

Lo siento, Theodore, pero tu idea de los placeres culpables es demasiado buena como para no copiártela, así que, tal como hice con el concurso de canciones de Stanwyck, te lo copio.

Tengo una relación muy especial con mi hermana, a quien adoro. Cuando éramos pequeños compartíamos todo tipo de juegos, secretos, actividades. Nos disfrazábamos, imitábamos, cantábamos, bailábamos juntos. Organizábamos en verano "juegos olímpicos" con competiciones, en las que sólo participábamos ella y yo, de todo tipo: castillos de arena, volteretas, ver quién era más rápido en quitarse el bañador y ponerse otro limpio con una toalla enrollada al cuerpo.

Como pasa siempre, crecemos y abandonamos los juegos y las complicidades. Aunque siempre hemos mantenido una relación de mucho cariño, nuestros caminos han sido dispares y hemos ido cada uno por nuestro lado, con nuestra vida. En los últimos meses, sin embargo, hemos recuperado la cercanía, algo de lo que me alegro infinito. Y aunque ella no lee este blog le comenté una idea sobre la que llevo bastante tiempo trabajando pero que me tiene atascado y no termina de cuajar. Se trata de identificar la canción pop perfecta.

No es fácil, lo puedo asegurar. He ido recopilando montones de canciones, todas ellas pequeñas joyas pop, con el fin de seleccionar cuatro o cinco y hacer un post a ver qué os parece, queridos lectores. Y fue ella la que me recordó esta canción "Quiéreme tal como soy", de Sergio Fachelli. Es lo peor. Pero me encanta.


Es un "placer culpable" total. Me da vergüenza reconocer que me encanta, porque soy consciente de que es lo peor, pero tampoco deja de ser una canción buenísima. Bien visto, además, la éstetica de muy principios de los 80 tiene un punto. No, si al final me reconciliaré con esa década.

El vídeo (sacado de "Aplauso", que en sí mismo es un placer culpable) que he colgado es muy breve, hay otras cosas en Youtube con la canción completa pero sin actuación. De verdad que me encanta la canción, los coros, los arreglos, el sintetizador histérico. La voz no está mal (salvo el falsete, que es criminal). Es una canción que da en el clavo, en mi clavo, porque me trae muchísimos recuerdos, todos inconcretos eso sí. Recuerdos de una etapa de cambio en mi vida, de esperanza en el futuro. Qué absurdo. Debe ser nostalgia, y mira que no me gusta nada ser nostálgico. Desde que encontré la canción en Youtube la he estado escuchando de manera compulsiva.

Seguiré con mis Guilty Pleasures. La búsqueda de canciones pop perfectas, con la que sigo (¿sugerencias?) es un buen camino. Espero que esto no me haga perder lectores.

miércoles, 4 de febrero de 2009

"The Wire"

Hace ya bastante escribí sobre lo que considero que es la edad de oro de la televisión. En los últimos años se han producido muchas series realmente excelentes, explotando un formato que es estupendo para construir historias y personajes. En una película de hora y media no es fácil abordar historias complejas, en una serie de 12 ó 13 capítulos de una hora de duración puedes no sólo hacerlo sino también diseñar historias paralelas, personajes entrecruzados, situaciones que en un largometraje normal no tendrían cabida. En una entrada reciente, Polo le daba un “palo” a la película de no sé cuántas horas sobre el Ché Guevara. ¿Para qué se mete el bueno de Soderberg en un berenjenal semejante? Podría haber hecho una mini-serie para HBO sobre el mismo tema. Se habría llevado Globos de Oro y Emmys en vez de llevarse los palos de Polo y de tantos otros que han dicho que la película es un bodrio. Imagino que existe aún mucha ortodoxia sobre la superioridad de los 35 milímetros frente al uso del vídeo. Yo cada vez soy más escéptico y menos tiquismiquis. Me encanta ir al cine, me gustaría ir más de lo que voy, pero no le hago ningún asco a ver películas en la pantalla de mi televisor. Y mucho menos a ver series completas.



Estoy enganchado a la serie “The Wire”. Tengo sueños diarios sobre la serie. Los Reyes Magos nos trajeron las tres primeras temporadas y las devoramos a tal velocidad que encargamos (¡rápido!) a Amazon la cuarta y la quinta. Realmente te engancha desde el primer momento, aunque es difícil saber por qué. No pasa casi nada en cada episodio. Es lo opuesto a CSI: en media hora hay un crimen, lo investigan y lo resuelven, y de paso te dan lecciones de moralidad, buena ciudadanía y buen quehacer. Ojo, no estoy criticando CSI, que me entretiene bastante (sobre todo la original, la de las Vegas). Pero esto es otro nivel. Como decía, no pasa mucho en cada episodio pero poco a poco se va tejiendo la historia y vas conociendo a los personajes, tanto a los policías como a los traficantes.

Quizá debiera decir que se trata de una historia del hampa de la droga en Baltimore, ciudad cuyo lado “sleazy” yo conocía por las películas de John Waters (y el suburbano también, gracias a “Killer Mom”). “The Wire” presenta en su esplendor el mundo de la droga. Lo más interesante es ver los paralelos entre la policía y el hampa. En realidad yo diría que la serie trata de las jerarquías y la importancia del trabajo en equipo. Hay un momento, por ejemplo, en que los polis descubren el método por el cual los traficantes compran teléfonos móviles desechables sin dejar trazos y se maravillan ante la disciplina del trabajo de los delincuentes.

La serie cuenta con algún personaje fascinante. Omar Little es una especie de Robin Hood que les roba la droga a los traficantes (se supone que para revenderla, aunque tampoco queda claro) y colabora si es necesario con la policía, pero a la vez es un auténtico psicópata que se carga a quien haga falta. El puntazo añadido es que es gay, además monógamo, y se pasa tres temporadas buscando venganza contra el que se cargó a Brandon, su chico, al principio de la serie. Hay pinceladas fantásticas: uno de los policías, el peor de todos, el más canalla y despiadado, es visto de refilón en una escena que trascurre en bar gay en uno de los episodios. Es una temática que no se desarrolla pero sólo con esa pincelada comprendes mejor a un personaje odioso, frustrado, cabrón y vengativo. ¡Ay! el armario, qué malo es.

Hasta la música es fabulosa. La canción de la sintonía está escrita por Tom Waits y cada temporada la interpreta un artista diferente, en un estilo distinto. He dejado aquí los títulos de la cuarta temporada, que es la que estamos viendo estos días. Se nos va a acabar el material en seguida porque vemos como poco un episodio diario y la quinta temporada es la última. Todo lo bueno acaba, como mis mitos eróticos. Qué se le va a hacer.

Altamente recomendable.