Con la excepción de Cyd Charisse, Mats Wilander tiene las piernas más bonitas que este mundo haya visto.
Me gusta el deporte. No me paso el día ni mucho menos pegado a la pantalla de televisión viendo programas deportivos, pero hay ciertas cosas que me gustan mucho. Los saltos de trampolín sincronizados, el salto con pértiga, el baloncesto (deporte que yo practicaba el el colegio y la universidad, y era bastante bueno), las grandes finales de tenis. Y si a mi gusto por las finales de tenis se le añade mi obsesión por todo lo sueco, la ecuación tiene por resultado Borg, Edberg y Wilander. Edberg, como que no. Borg, como que tampoco. Pero hete aquí que viendo una final de Roland Garros en algún momento de los años 80 descubrí las piernas de Mats. Las piernas y la extremidad superior de las mismas cuando se le juntan con el torso, no sé si me explico.
Tengo que reconocer que más que gustarme, yo lo que quería es ser Mats Wilander. Lo he escrito bien. No quería ser como Mats Wilander, sino ser él. Vamos a ver, en mi mundo ideal, yo sería sueco, muy alto y muy delgado y tendría mucho pelo rubio, rizado y largo. Barbita rubia de tipo, pues eso, sueco. Ojos claros, un punto hippy. Sólo un punto. Pero no. Tenía que nacer castellano. Con algo de mezcla, pero mesetario puro. Así que me tengo que conformar con admirar a distancia todo lo sueco, empezando por las piernas de Mats Wilander.
Mucha fantasía me monté en mi cabecita con Wilander a lo largo de los años 80, cuando ganó no sé cuantos torneos del Grand Slam y era lo más del mundo tenístico. Aunque me di cuenta poco a poco de que no era tan rubio. Ni tan alto (más o menos como yo... y yo no me tengo por mi ideal de altura). Siempre le quedaban las piernas. Y que es sueco, claro. Pero empezó a no bastarme, y ello coincidió con su decadencia deportiva. Es una pena, cuando eres joven los mitos deportivos parecen eternos, al hacerte mayor te das cuanta de lo rápido que caen y se van sucediendo unos a otros.
De momento, no he visto ningún otro que tenga unas piernas, o un culo, como Mats. Pero todo es cuestión de seguir esperando, que prisa no tengo. Bueno sí, tengo prisa de que vuelva la moda de los pantalones de deporte cortos y algo ceñidos. No puedo con los de corte pirata. Es como las chanclas. Me supera.
3 comentarios:
pantalones pirata? Pues hombre, para los jovencitos delgaditos quedan bien...
Este mozo lo recuerdo un poquito pero no demasiado, si es que uno es tan poco poco poco deportista...
Yo del mozo recordaba solo el nombre, tampoco soy nada deportista, aunque ver determinados deportes me produzcan un placer inenarrable, logicamente. Y por descontado, los pantalones cortos ceñidos son un plus.
Por cierto, muy bueno lo de Godwin/Capote, llevaba unos días sin leerte. De Godwin recordaba sus portadas pero creo que nunca llegué a escucharlo (y me ha encantado, pardiez), y Maryta...ay, Maryta, qué descubrimiento: más que la Carey era como Klaus Nomi con resaca después de una noche de juerga en el Garlochí de Sevilla :-)
Gracias Msrs. Coxis y Theodore por los comentarios (poco éxito he tenido con Wilander, tendré que afinar más...). Yo los pantalones pirata sólo los veo bien para menores de 15 años, la verdad, pero son mis pequeñas fobias dentro de mi preocupación general por lo mucho que nos resistimos a madurar. Y más en el mundo gay. Pero vivan los pantaloncillos apretaos.
No conozco el Garlochí, pero lo he googleado (definición de una web: "Arte cofrade kitsch") y la próxima vez que vaya a Sevilla, pronto espero, me apunto rapidín. y eso que no tomo copas....
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