Una de las personas a quien más quiero, mi amiga Pilar, ha dejado Madrid y se ha ido a vivir a un país exótico y algo lejano. La mayor contradicción de la amistad verdadera es que uno no siente la necesidad de verse a diario, ni siquiera todas las semanas, para mantener los lazos, pero al mismo tiempo se echa muchísimo de menos a los maigos cuando están lejos, pues hay pocas cosas mejores que estar con ellos. Me refiero a los amigos de verdad, de los que uno tiene necesariamente pocos. Los míos se cuentan con los dedos de una mano, y sobra alguno.
Dudé sobre qué regalo de despedida debía hacerle a Pilar. Ella, mujer bellísima y elegante en el extremo, siempre lleva prendida una camelia en la solapa de su chaqueta, así que consideré comprarle una más para su colección. Pero me preocupó no acertar. Consideré otras opciones pero al final me decanté por regalarle un iPod malva que grabé con unas cincuenta de mis canciones favoritas. Unos tiene pocos amigos pero muchas canciones favoritas y elegir 50 no fue fácil.
Siendo torpe hasta decir basta, olvidé incluir en la lista una que no podía faltar, y la incluyo aquí sabiendo que Pilar es lectora de este blog. Es un vídeo casero, pero está bien hecho.
Donald Fagen canta "Maxine", canción extraída de su álbum "The nightfly", de 1982. De nuevo, los primeros 80. Nunca he comprendido del todo la letra, que habla de los planes de futuro de una pareja de jóvenes amantes, pero Pilar comprenderá sin duda una frase clave: "We'll move out to Manhattan, and fill the place with friends; drive to the coast and drive right back again".
Esta canción me recuerda a un amanecer sobre los rascacielos de Kuala Lumpur, hace ya muchos años. Volvía del Baile de la Orquídea, una fiesta que organizan los licenciados de Oxford y Cambridge que viven en Malasia (ojo, yo estaba de paso e iba de paquete, que yo de Oxbridge no tengo ná de ná) en plan neocolonial. En esa fiesta, además de beber un montón (porque una de las ventajas nunca habladas del trópico, Pilar tú lo sabes bien, es que se puede beber más) comí por primera y única vez en mi vida durian, la fruta prohibida, que huele a pedo pero sabe a ajo reconcentrado mezclado con caca y bailé lo que no está escrito. Tras la fiesta, ya amaneciendo, nos juntamos un grupo de amigos, y escuchamos a Donald Fagen. Fue un momento memorable, viendo el sol colarse entre edificios de cristal, la ciudad despertando, pensando en posibilidades tanto inmediatas como a largo plazo.
Te habría gustado estar allí, Pilar. Habrías disfrutado el momento tanto como yo. Pero en el fondo yo me alegro de que no estuvieses, porque quienes me acompañaban fueron amigos de aquella noche, aquellos días, aquellas semanas. Y tú sabes bien que eres uno de ésos -y ésas- que se cuentan con los dedos de una mano. Y sobra alguno.
Ludvík Vacátko y Los Caballos
Hace 1 semana
4 comentarios:
Un texto precioso y emotivo, tu amiga Pilar se habrá puesto con carnecilla de gallina.
En cuanto a las músicas, yo tengo muchos discos comprados de artistas que a priori no habría comprado porque la canción me recuerda a tal fiesta, tal momento, tal persona...
Gracias a ambos. Qué haría yo sin mis lectores... A mí me gusta presumir de recuerdos olfativos, que los tengo (buenos y malos, me temo) pero los sonoros son los que tengo más fijados en la memoria.
No conoci a Pilar ningun amanecer glamourosos y posibilista en Kuala. Tuve más fortuna. La traté en Madrid, durante dos años, las mañanas de dos años, hasta que se marcho a Oriente, a sembrar otros sueños, otros hombres sin duda tocados por mucha suerte...
Subía al filo de las once a verla en las buhardillas de un palacio que habia sido carcel de nobles, almacen de grano y telas exoticas, galdosiano refugio de chaupatintas y no se cuantas cosas más. Buscaba datos e informaciones que luego malgastaba como la arena entre los dedos al borde de la playa... en realidad lo que quería era verla, escucharla y... hasta el día siguiente. Brillaba con luz propia, sin necesidad de escalafones, gracietas ni entorchados. Me imponía, sí, claro, he de confesarlo, un respeto admirado y reverencial que el tiempo ha convertido en una distante amistad.
La perdi la pista durante años aunque el viento del tiempo no me dejaba de contar, de cuando en cuando, sus exitos, su impacto, su paso por lugares exotico, me imagino que cantando o haciendo cantar a otros una cancion tan vieja y tan embriagadora como la noche de los tiempos.
En el fondo, una de esas canciones que siempre han estado en los ipods eternos que llevamos, o deberiamos llevar sobre nosotros los atardeceres solitarios, las madrugadas desencontradas o en los momentos tristes que, a veces, antesala de palaceres efimeros, que por serlo son imborrables.
Pilar es velero, es chispa sorprendente, es niña, y por eso maravillosamente femenina, pero tambien es la Vienna de Johny Guitar, aquella que si fuera rancho se llamaría "No man land", la misma a la que se le pedía que dijera que te quiera aunque fuera una patraña, no piadosa ciertamente.
Saludarla cuando la veaís. Aprovechad. No se prodiga en los sitios pero su paso no os dejara indiferentes...
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