lunes, 8 de diciembre de 2008

Handcarved coffins


Me reincorporo al quehacer bloguístico, que nunca abandoné del todo, pero que he dejado hibernar durante unas semanas.

No hace mucho, mi buen amigo Miguel me dio una copia de un papel que habíamos escrito él, otro amigo común, Alberto, y yo hace más de 11 años. Era una lista de nuestros libros favoritos. Me impresionó comprobar al verlo que, a pesar del tiempo pasado, mi lista de entonces era casi idéntica a la de ahora, que es la que está en el perfil de breckinridge. Con una excepción de importancia. En el perfil no he incluido, y no sé bien por qué, “Handcarved coffins”, de Truman Capote.

Nunca me cayó bien Truman Capote. Se juntan varios motivos: no me gustan las personas que hacen ostentación de sus vicios o alardean sus miserias; me resultaba desagradable físicamente, su transición de efebo a ectoplasma es lamentable (¡Qué mal envejecen los chicos guapos!); su obstinación con el cotilleo era enfermiza y excesiva hasta para mí; el hecho de que mi idolatrado Gore Vidal lo odiase no ayudó a que mí me cayese bien.

Ahora bien, una cosa es que no me cayese del todo bien y otra es mi juicio sobre los libros que escribió. Él siempre defendía que era preferible escribir poco pero bueno que publicar y publicar sin cesar, esperando que alguna de las obras publicadas salga bien. Su producción literaria es corta, y si no toda de primera fila, al menos siempre es muy interesante y está muy bien escrita. Siempre he pensado que si él hubiese escrito”To kill a mockingbird”, novela de la que es uno de los personajes principales, estaría en los más elevados altares de la historia de la literatura, pero tiene a su favor haber inventado la novela periodística o el periodismo novelado, que tampoco se sabe muy bien en qué consiste, por ejemplo, “In cold blood”, la que todo el mundo considera su obra maestra.

Me encantan sus novelas iniciales, como “The grass harp”, con su ambientación sureña: jamás he estado en el sur de los Estados Unidos pero me fascina. Tuve una oportunidad hace un par de años de irme a vivir, post-Katrina, a Nueva Orleáns, que no se materializó, llenándome de tristeza. Me imaginaba pasando tardes eternas de sol anaranjado tumbado en el porche de una casa de madera, alcoholizándome lentamente mirando la vida pasar, quedando empapado en sudor mientras era devorado por los mosquitos. Por supuesto, sé de sobra que ese tipo de vida apenas existe y que tampoco me gustaría en realidad, pero es lo que tiene leer, te transporta a lugares inexistentes y a estados de ánimo y modos de vida distintos y, afortunadamente, inalcanzables.

Me estoy desviando. Además de las novelas sureñas, Capote fue un cronista inigualable de la vida de mediados del siglo XX en Nueva York. Aunque, gracias a Audrey Hepburn, la versión filmada de “Breakfast at Tiffany’s” supera a la novela, ésta tiene unos matices que se pierden en la película, en especial un punto canalla que está ausente de la versión de Blake Edwards, centrada casi en exclusiva en el Upper East Side. Hay ocasiones, finalmente, en que Capote mezcla a la perfección el ambiente sureño y la urbanidad cosmopolita, y ningún ejemplo mejor que “Handcarved coffins”.

El título queda feísimo en español: “Ataúdes tallados a mano”. Tiene en común con “A sangre fría” que se trata, supuestamente, de una narración novelada de un crimen auténtico, pero muchas personas cercanas a Capote dijeron tras su muerte que se trata de ficción pura y dura. A mí me sorprende que estos comentarios se hagan en tono de crítica, pues si realmente se trata de ficción, el mérito del escritor es mucho mayor. El argumento es sencillo: en un pueblo del centro-sur de los Estados Unidos se produce una serie de asesinatos. Lo único que tienen en común, además de la localización, es que todas las víctimas recibían antes de morir un paquete que contenía un pequeño ataúd tallado a mano que en su interior guardaba una fotografía, apócrifa y desconocida, de la víctima.

Se trata de un texto breve, cuyas dos terceras partes iniciales son un diálogo entre el propio Capote y el detective del caso (de nombre formidable: Jake Pepper) y otros personajes de mayor o menor relevancia. Posteriormente, cuando la investigación deja de avanzar y el escritor abandona la escena, cita sus propios diarios de la época para ilustrar los acontecimientos, todo ello sembrado de un relato de sus andanzas por el mundo, que lo deja a uno con ganas de saber más (¿Con quien estaba en Estambul? ¿A quién se refiere al hablar de las fiestas en Nueva York?). El final del libro es una narración del desenlace de la historia, que es espléndido. Recuerdo que cuando vi la película Zodiac, quizá la mejor del año pasado, pensé en los ataúdes tallados a mano.

Capote mezcla los estilos (diálogo, diario, narración) con una aparente gran facilidad. El lenguaje es limpio, sin excesos ni alardes, pero se nota el estilo y el trabajo. Y es que esa facilidad es, como digo, aparente, porque “Handcarved coffins” es la obra de mayor peso que escribió tras “In cold blood” y le tuvo ocupado más de una década, los años del envejecimiento, del deterioro físico, del bloqueo de escritor, de la decadencia de las fiestas. Si algo me sorprende es que no se haya hecho una película (o una obra de teatro) basada en la misma. La riqueza visual y textual del relato lo debería hacer relativamente sencillo, o al menos a mí me lo parece. Hubo intentos en los primeros años 80, tras su publicación, para hacer la versión filmada, pero no cuajaron. E imagino que, a pesar de las dos recientes biopics (ambas buenas) de Capote, ahora no interesan historias filmadas sin superhéroes.

Si escribo todo esto es porque he disfrutado releyendo “Handcarved coffins”, que forma parte de “Music for Chameleons” en un viaje relámpago a Santiago de Chile, tan relámpago que la tripulación del avión era la misma a la ida y a la vuelta. Me ha gustado Santiago, lo poco que he visto, y no esperaba mucho. Pero más sobre Santiago en otro post. Me limito de momento a recomendar un poco de Capote. Y mucho “Pisco sour”. Qué cosa tan buena.

4 comentarios:

El Cinéfilo Ignorante dijo...

Gracias por volver. Se agradecen las críticas críticas a personajes idolatrados.

De este hombre uno disfrutó "In Cold Blood" y algunos cuentos. Me espera el Pisco en "Music for Chameleons" (título de una canción de Gary Numan).

Me gustaría que comentaras las películas "To Kill a Mockingbrid" (me gustó) y "Capote" (el reciente biopic, que no llegué a terminar de ver en deuvedé).

Y la portada del maxi de The Smiths "There Is a Light..." (creo) ostenta a un Truman Capote pegando un brinco...

Squirrel dijo...

Gracias a ti por escribir. Comentaré sobre las películas de Capote (he visto las dos) y matar un ruiseñor, aunque ésta la tengo algo remota en la memoria (la novela la releí hace unos meses, y es perfecta). No recuerdo la portada de los Smiths, pero les pega poner una foto de Capote... Gary Numan.... tengo pendiente una entrada, próxima, sobre tecno-pop.
Gracias de verdad por leerme, ¿tú no te animas a seguir?

Stanwyck dijo...

¿Capote es uno de los protagonistas de "Matar un ruiseñor"? Voy a tener que leerla de nuevo.
Es cierto que la película mejora -pero no es mejor- la novela, pero siempre he pensado que en la novela queda mucho más claro que Holly Golighty es un chico.
El pisco sour, sea chileno o peruano, es lo mejor.

Squirrel dijo...

¡¡¡!!!¿¿¿??? Stanwyck, ¿de dónde has sacado que Holly Golightly es chico? Yo creo que, quien sea que lo diga o piense, se equivoca. Sólo puede ser mujer. ¡Si se parece a Audrey Hepburn! En serio, yo no creo que en la novela se pueda entrever que en realidad es un chico, pero respeto todas las opiniones.

Y sí, Truman Capote es "Dill" en Matar un ruiseñor. personaje adorable y estomagante, además de marisabidillo (mi palabra favorita de nuestro idioma). Relee, relee, merece -y mucho- la pena.