Adiós, Nueva York.
Acabo de regresar de la que creo que será mi última visita en bastante tiempo a la ciudad que más me gusta. No he dejado de ir ni un sólo año desde hace 15, muchas veces por trabajo y muchas otras sólo por placer. En Nueva York, en Manhattan, me siento perfectamente a gusto, en simbiosis perfecta entre persona y lugar. Como decía Holly Golightly en Desayuno con Diamantes, "es el lugar donde nada malo puede pasarte". Ella se refería a Tiffany's, yo lo amplío a toda la ciudad. En los últimos años he albergado la nada secreta esperanza de poder trasladarme a vivir allá, y de hecho tenía indicaciones muy positivas al respecto. Sin embargo, ya no se hará realidad, al menos a corto o medio plazo. Las grandes incertidumbres abiertas sobre mi futuro profesional no me inquietan demasiado, pero ciertamente me entristece que no impliquen un traslado a Manhattan.
La verdad es que en el último año he viajado muy frecuentemente a Nueva York y, lo he dejado escrito en este blog, la ciudad me sigue gustando tanto como el primer día en que puse mis pies allá. En esta última visita he evitado ir a los sitios que más me gustan (Greenwich Village, la Morgan Library, las librerías Three Lives y The Strand, el parque, el Whitney, mis restaurantes preferidos) y me he quedado en la parte más anónima del Midtown, pero, como estaba algo deprimidillo por los fracasos profesionales -lo sé de sobra, es lo último por lo que hay que deprimirse- me fui el último día a Barney's a darme algún caprichito caro -lo sé, está muy mal, la terapia consumista no es nada reparadora y es muy feo sucumbir a la tentación fácil y nada barata del lujo ostentóreo, que decía Jesús Gil-. Y justo cuando iba a entrar en la tienda, aún cabizbajo, una chica guapa y rubia, pura neoyorquina (aunque seguro que era de Milwaukee o de Des Moines), de piel tan blanca que casi parecía transparente, me preguntó si me podía hacer una foto. Se dirigió a mí como "sir" en vez de gritarme algo de tipo "dude" o "hey man" que sería lo habitual en Manhattan, y me dijo que la foto era para Vogue, que le hacían fotos en la calle a gente que les gustaba para luego publicarlas.
Y se me curó la depresioncilla, se me fue el mal rollo, olvidé mi promesa de no volver más a Nueva York y de quitarme de en medio lo que minutos antes denominaba "mi enfermiza obsesión" con la ciudad. Le dejé que me hiciera las fotos y me da igual que las publiquen o no. Porque tener cuarenta y tres años y ser parado a la puerta de uno de los templos del lujo de la capital del mundo por una estilista monísima de la más influyente revista de moda que existe, tan sólo porque le has parecido guapo/elegante/simpático tiene mucho mérito. Y disculpa la vanidad, querido lector. Pero es que ese momento, tan frívolo y absurdo, me compensó tantas cosas, me hizo tan feliz de golpe, que no me importa que me saquen en la página de la revista que te dice lo que NO hay que llevar o cómo NO hay que ser, que no me extrañaría que fuese el resultado final.
Decidí que ésta no será mi última visita a Nueva York. Claro que no. Aunque dejaré pasar una temporadita antes de volver, eso sí. No muy larga. Ya veremos. Oye, ¿saldré de verdad en el Vogue? Qué nervios.
4 comentarios:
Brecking, igual ese encuentro casual o causal (nunca se sabe) es el salto a la fama a tus espléndidos 43. Nueva York siempre estará ahí, esperando a que llegues. Avisa para comprar el Vogue. Saludos y ánimo.
Muchas gracias Amante, me vienen bien los ánimos. Me dijeron que colgarían la foto en internet, en la página de mensvogue. No me lo creo mucho ,pero me alegró el día, eso seguro.
Oye, pues... A ver si es verdad que has salido en el Vogue!... vaya puntazo, no?... Bueno, si es asi, seguro que es porque tiene sentido que sea... Yo no he estado nunca en New York, es uno de mis destinos pendientes... Espero que pueda acudir a él pronto. Da gusto visitar tu blog; asi que linkearé al miso desde mi blog de "Juegos de Poder". Un saludote
Gracias homo sapiensis!! La verdad es que aún no he salido en el Vogue y empiezo a creer que no me sacarán, pero fue un momento divertido. Abrazos.
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