Pero no voy a hablar de Pilar, ni de nuestro amor imposible, sino de Charlene Tilton o, mejor dicho, de un tipo de mujer, llamémosla modosa y viciosa, que me atrae mucho. Modosa en apariencia, viciosa en realidad. O decente pero putón, por utilizar una terminología trasnochada pero graciosa.

Esta foto de Charlene, o mejor dicho, de Lucy Ewing, lo explica todo: sonrisa de niña buena, trencitas de colegiala, bien tapada por la blusa, ojillos de chica obediente. Pero claro, todo era aparecer Ray Krebbs, el ranchero buenorro de “Dallas” y se le disparaba la hormona, le aparecía el canalillo por la blusa y le subían los picores y sudores entreperniles.
Algunas de mis modosas/viciosas favoritas han desfilado ya por aquí, como por ejemplo Ana, Sra. de Johnny. Blusitas campesinas, falditas hippies pero no mucho, pelito ondulado, murmullos suaves… y luego le salía de ese cuerpecillo menudo el espíritu berreante como poseído avant-la-lettre por Mónica Orange-tree, pidiendo que la liberasen del pudor. Ana es buen ejemplo de cómo abundaba la chica modosa y viciosa en los 70. Claro, aún se conservaban las buenas maneras de puertas hacia fuera, pero de puertas adentro… ¡ay! todas guardaban la píldora en su cajón.
También ha aparecido antes en el blog Jessica Harper.

La película el Fantasma del Paraíso me fascina y en tiempos me obsesionaba. Lo mejor era la Harper, que se dejaba corromper sólo por poder cantar y recibir aplausos. La Harper es buen ejemplo de que, además, todas las actrices modosas y viciosas tenían una tendencia innata hacia las películas de terror. Es curioso como hoy, que se ha recuperado el cine de terror gore de Darío Argento (ver títulos de crédito de “Matador” de Almodóvar), se la recuerda como protagonista de la muy angustiosa “Suspiria”. Esa película deja clara qué les pasa a las chicas buenas que deciden seguir el mal camino: acaban descuartizadas, además de mancilladas, claro.
Jessica Harper retomó el papel de Janet, del Rocky Horror Picture Show, en su secuela, hoy olvidadísima (y que hay que recuperar): “Shock Treatment”. La Janet original, Susan Sarandon, era otro prototipo de modosa, que cae en el vicio por obra en esta ocasión de un travestí, Frank’n Furter, que de paso también se cepilla a su novio. Lo bien que se lo pasaban.

Pero la foto que dejo no corresponde al Rocky Horror, sino a “El Ansia”, a la escena en que, al compás de Délibes, Susan se deja seducir por Catherine Deneuve, la madre de todas las viciosas (modosa yo creo que no, en Belle de Jour era más frígida que otra cosa, pero lo dejo abierto para discusión).
Además de Ana (de Johnny), en España tuvimos otra gran modosa y viciosa, que además tuvo un final muy trágico en la vida real.

Sandra Mozarowsky era guapísima y no entiendo cómo no es más recordada. Lo único casi que se encuentra en Internet es información sobre su suicidio con 18 años de edad, cuando había iniciado una carrera cinematográfica prometedora en España (me quedo, aunque sólo sea por el título, con “Call girl: la vida privada de una señorita bien) e internacional (“Tren privado para Hitler), siempre en ese mundo del terror erótico que estaba a caballo entre el cine serio y el del destape más chusco (y entrañable, añado, aunque no me gusta la palabra pero no encuentro otra).
Los años 70 terminan con una de mis películas favoritas de todos los tiempos: Alien, que vi en 1979 en aquel viaje a Estados Unidos del que he escrito ya demasiado.

Difícilmente se puede decir que Sigourney Weaver da el tipo de modosa. Y menos en Alien, primero en plan mujer empoderada dando órdenes a todo quisqui y luego cazando el bicho con un lanzallamas por toda la nave Nostromo. Pero la imagen que he colgado está en mi particular imaginario erótico (como en el de tantos otros hombres de mi generación, mayormente heterosexuales). No es tanto la modestia, como la vulnerabilidad. Es el momento sexual de la película. El espectador CREE que el bicho está muerto, pero SABE que anda por ahí. Y la visión de los huesos pélvicos, los pezoncillos y la braga que apenas oculta el bosque de Sigourney lo despiertan. Era modosa y viciosa sin saberlo.
Termino con Rachel Ticotin.

Quizá alguien se acuerde de ella, pero me arriesgo a pensar que no será así. Interpretó a Melina, el objeto del deseo de Arnold Schwarzengger en otra estupenda película de ciencia-ficción, “Total Recall”. La incluyo principalmente porque ella es la verdadera modosa/viciosa. Me explico: cuando el personaje de Arnold va al centro de sueños “Rekall” a montarse una aventura virtual en Marte, le piden que describa a la chica que quiere que lo acompañe y dice (su mujer era Sharon Stone, por cierto) que le gustan morenas y atléticas. Y sobre su actitud dice, mientras va cayendo dormido por la anestesia, que quiere que la chica del sueño sea “modosa”… y abre los ojos y dice “viciosa”. En inglés es aún mejor: “demure… sleazy”.
Aunque sólo fuese por eso, no podía faltar en esta lista.